Inolvidable rincón, que no debió desaparecer como tal. Tuvo una bella
característica totalmente sentimental y artística que se debió de respetar,
primero en el largo tiempo que estuvo inactivo y segundo se debió de parar las
palas cuando se procedía al derribo, no cuando ya estaba derribado (cosa que
hicieron al revés, motivó que lleve años convertido en un autentico basurero
sin cesar).
Es recuerdo, además del histórico carrito de golosinas, donde la infancia y
juventud adquirían los famosos rosquetes SALVAVIDAS y los recordados GARBANZOS
TOSTADOS y pasados por aguas, que muchos de nosotros desde la zona “EL
GALLINERO”, lanzábamos a las traseras de aquellos inquietos espectadores.
Esparcimientos que para muchos eran latosos y de golfeadas infantiles y
juveniles, pero que con el paso del tiempo parecen una utopía.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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