martes, 9 de mayo de 2017

30 AÑOS DE ROMERÍA 1966 – 1996



Fotografía correspondiente al inicio de la Romería de San Isidro y Santa María de la Cabeza, por fuera de la Casa de Los Balcones del año 1955. Curiosamente en la segunda casona anexa, observamos una bandera en su balcón principal, probablemente aún estaba instalado allí el recordado colegio de Segunda Enseñanza de don Manuel Farraís.

En el año 1966 un entusiasta grupo de amigos orotavenses construyeron la primera carreta en la terraza del Teatro Atlante, el grupo lo componían: Domingo Quijada, Vidal Rodríguez, Manuel Lima, Manuel y Julián Bolaño y Felipe y Domingo Hernández y Hernández. Algunos de ellos ya están jubilados, desde aquí un recuerdo en su memoria. Han pasado treinta años y aún así no ha decaído el entusiasmo, al menos por parte de Domingo Hernández y Hernández, de colaborar en pro y por la Romería, a pesar de que los romeros, poetas sobre ruedas, han sido hijos del olvido en la faceta en cuanto al peculio se refiere por parte de los diferentes estamentos organizadores.
Y para conmemorar los treinta años de romería, la mitad de vida de la romería villera, Domingo Hernández y Hernández saca a la calle su carreta representando a “Casa de los Balcones”. Casa construida por la familia Méndez - Fonseca en 1632, obra emblemática de la arquitectura civil orotavense. Así pues La Orotava conserva un conjunto de calles en las que, venturosamente todavía hoy, puede contemplarse toda una serie de bellas edificaciones que en planta, alzado, distribución de las dependencias, elementos constructivos y de ornamentación, son de las más representativas dentro de las formas arquitectónicas tradicionales de nuestro Archipiélago. La mayor parte de estas construcciones datan de los siglos XVII y XVIII. El alzado de las casas  - una, dos o tres plantas -  indudablemente ha obedecido aquí a razones de tipo sociológico: clase artesanal o de servicios, clase media y clase alta, respectivamente. Las empinadas calles villeras someten los volúmenes a un armónico escalonamiento. La horizontal, a nivel, de los vanos - puertas - ventanas, balcones - avanza al encuentro convergente de las aceras que ascienden, en tanto que su distribución en los paramentos sorprende con una cierta asimetría de su ubicación no exenta de capricho manierista. Las jambas y dinteles se molduran a veces con superficie lisa, otras de forma estriada, y en ocasiones con abocetamientos. En las ventanas predominan las de cristaleras de guillotina, pero en todas suelen ser constante los antepechos de cojinetes y los tapaluces hacía el interior. Los balcones  - que constituyen uno de los elementos más representativos de las fachadas -     avanzan sobre los salientes de las vigas que ensuelan los pisos, cumpliendo sus terminales la función de canes o ménsulas. En sus antepechos se combina una primera zona o banda de cojinetes con una segunda superpuesta de columnillas y arquitos. La cubierta de estos pintorescos balcones se apoya sobre columnas de manera     - más que sobre pies derechos -   rematadas en capiteles de talla minuciosa sobre los que apoyan las correspondientes zapatas. El color tostado de la pinoteca con que estas obras se estructuran, normalmente barnizada, armoniza con las esquineras de piedra molinera y contrasta con la blancura de los parámetros. El estilo de estos balcones es de signo realmente mudejarista, y su origen indudablemente está en el ajimez oriental filtrado a través de Andalucía, de donde la moda renacentista los alejó hacia el 1600, mientras que en Canarias se conservaron y de aquí pasaron a América. Prototipo de esta arquitectura domesticas son las que en La Orotava se conocen como “Casa de los Balcones”,  en el arranque de la calle de San Francisco, señaladas con los números 3 y 5.  La número 3  - hacia el norte -   fue de la familia Fonseca   - hoy de los herederos de Machado y Benítez de Lugo -   y se construyó entre el 1632 y el 1670. La número 5 fue construida hacia la segunda fecha en abierta pugna con su vecina en orden a una mayor riqueza decorativa, por parte de su primera propietaria Doñas María Ximénez del Castillo. Pasó luego sucesivamente a Franchi y a Xúarez de la Guardia.
Ambas se disponen en dos cuerpos, sobre planta rectangular que centra un patio porticado y con galería interior en la que no faltan las características celosías. El segundo piso funciona como verdadero “piano nobile” y se marca al exterior con pequeños balcones de rejería, mientras que la tercera se dota de un amplísimo balcón corrido a toda fachada. Estos balcones “a fachada entera”, además de su función de verdaderos “belvederes”, - o miradores -, han obedecido también, como oportunamente ha anotado Adrián Alemán, al cometido de proporcionar aireación a los secadores de granos a que se destinaba esa tercera planta, a la vez actúan de moderadores del agua y la lluvia bajo el tejado.
En esta arquitectura, las cubiertas suelen ser de tejado a doble vertiente solución que en ocasiones pudiera hacerse partir en el terreno de la historia del arte de la clásica fórmula etrusco - romana del “compluvium”, toda vez que se forma hasta cuatro vertientes que llevan sus aguas al patio interior   - verdadera zona hipetra -;  tal solución, a pesar de su innegable andalucismo, ha adquirido aquí una verdadera singularización. El coronamiento de las fachadas suele enriquecerse con antepechos abalaustrados rematados por elementos que en documentos de la época se denominaban “florones”. Panorámicas con ésta que vemos en la ilustración adjunta, siempre al fondo de los tejados sobresaliendo las torres y cúpula de la Concepción,  son múltiples en La Orotava, dándole un sello muy especial de sabor añejo, más meritorio hoy, cuando tales soluciones constructivas van desapareciendo de tantos centros urbanos de nuestras islas.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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