lunes, 22 de mayo de 2017

DOÑA CATALINA DE MONTEVERDE Y LUGO.



Fotografía y datos biográficos de su hijo don Antonio Ascanio y Monteverde. Correspondiente a su madre Doña Catalina Monteverde y Lugo, ataviada con el traje típico de esta región, a la edad  de quince años (1895) en disposición de ir a la iglesia con matilla, llevando en el antebrazo izquierdo la discutida capa.
A través de esta foto el traje típico denominado de la Orotava, sobre todo el femenino se convirtió en vestimenta oficial, gracias a los desvelos de los señores ya fallecidos don Ambrosio Díaz Manzano y don Gustavo Dorta Hernández a través del acontecimiento producido en el año 1956, por doña María Díaz, funcionaria administrativa del Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa de La Orotava, que fue la primera que pintó los colores de la falda de doña Catalina Monteverde y Lugo (foto). Encargándole al industrial de la Villa de la Orotava don Casiano García Bartlet, llevar estos dibujos al pueblo Mulas de la provincia de Murcia. A una fabrica que se llamaba “Alfombras y Lanas SL”. Allí se confeccionaron las primeras lanas tejidas a telar.

Nació el 16 de marzo de 1880, en la solariega casa de Monteverde, en esta Villa de La Orotava. Sus padres, principal familia de las Islas Canarias, don Antonio de Monteverde y del Castillo, nieto de los condes de Vega Grande y jefe de la Rama Segunda de la Ilustre Casa Monteverde y de doña Julia de Lugo y García Benítez de la Cueva, le hacen seguir desde su infancia la tradición de los suyos: la desinteresada ayuda a los demás que en aquella época era posible.
Su padre, entonces mayordomo de la Parroquia Matriz de esta Villa, le inculcó a que pasase la mayor parte de sus años juveniles ayudando a lograr la esplendidez que desde entonces tienen en esta localidad principalmente la Semana Santa como camarera mayor de la Dolorosa del escultor grancanario  de Santa María de Guía don José Lujan Pérez y el Corpus Christi con la confección del tapiz en homenaje a la divina majestad.
Fueron sus tías las que iniciaron en el año 1946 la confección de las conocidas alfombras de flores en la celebración de la Octava del Corpus y ella aprende con los suyos ese difícil arte, cooperando con sus hermanos, quienes se hacen acreedores de la fama que en ello logró la familia Monteverde.
EI 27 de noviembre de 1905 contrae matrimonio con don Tomás de Ascanio y Méndez de Lugo, y a pesar de sus numerosos hijos y de las obligaciones familiares que lógicamente le retienen en su hogar, continúa su eficaz ayuda tanto en lo religioso como en lo social. En esta causa colabora siempre activa y personalmente desempeñando cargos directivos y perteneciendo a casi todas las asociaciones religiosas y caritativas como Asilo de Ancianos, San Vicente Paúl, Hijas de María, etc., siendo nombrada por el Obispado camarera de la Virgen Patrona de Tenerife, en su Santuario de Candelaria. Coopera activamente en la organización del popular e inolvidable bazar de la caridad y últimamente vuelca sus preferencias en la Iglesia de Santo Domingo, a la que atiende primorosamente y dona como presidenta de la Asociación una imagen procesional de la Virgen Milagrosa.  Asimismo y como promesa de la posguerra, regala una réplica de la Virgen del Pilar, con la que reinstaura en aquella iglesia la función cívica religiosa en honor de la Guardia Civil.
Más en lo social es en donde doña Catalina de Monteverde consigue su mejor obra, pues en el año 1934 y debido a la situación caótica por la que a esta ciudad, donde la mendicidad y pobre taban a diario, organizó personalmente
entonces «cocinas económicas» donde se repartían gratuitamente comidas a mayores y niños. Más tarde las perfecciona convirtiéndolas en comedores,  instalados en los bajos del actual Colegio de la  Milagrosa, y donde fueron atendidas más doscientas personas, terminando de esta forma con mendicidad callejera. Fue pues precursora del auxilio social, quien años más tarde absorbe aquella institución benéfica.
EI 21 de junio de 1937 queda viuda. Es época difícil la  de aquellos años de la guerra civil, no se amedrenta ni vacila, sino que continua sosteniendo aún sus comedores económicos más necesarios entonces.
Su interés por conservar la originalidad del traje típico de la Orotava y la defensa de grupos folklóricos de nuestro entorno comarcal la hacen merecedora del nombramiento por la Sociedad Cultural «Liceo de Taoro» de romera mayor honoraria de las fiestas de San Isidro Labrador, pergamino que, junto con su traje típico auténtico que aún se conserva y que  ayudó a estilizar y perfeccionar el actual, guardó siempre con el mayor cariño.
Su trabajo y actividad no terminó mientras vivió, pues sabía inyectar como nadie su alegría deseos de vivir y de ayudar. Pocos años antes de morir, continuaba impartiendo clases en la Hora de la Madre en Acción Católica de este tiempo que prodigaba amor y comprensión.
Falleció cristianamente a los 88 años, el día 9 de abril de 1968. El epílogo de su vida lo resumen sus emocionantes palabras a sus hijos, transcrita de su testamento: «Amaos los unos a los otros como yo  os he amado. Perseverad siempre humildes y sacrificáis en los sentimientos de honradez y fe en que os he educado. Sed misericordiosos no apartando nunca los ojos de los pobres, porque de esta manera tampoco Dios los apartará de vosotros. Si tenéis mucho dad mucho y si teneis poco dad poco y todo en nombre de Dios»...

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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