martes, 20 de junio de 2017

EL SERMON



Artículo del amigo del Puerto de la Cruz; MELECIO HERNÁNDEZ PÉREZ, escrito en su libro “ANECDOTARIO DEL PUERTO DE LA CRUZ”, que tituló “EL SERMÓN”: “…Corría el año de 19... y era el mes de agosto, fecha en que  La  Villa y Puerto de Garachico celebra su tradicional fiesta en Honor  de su santo patrón, San Roque, cuando la comisión organi­zadora  de la misma acordó dirigirse a don Federico Ríos, aquel  inolvidable sacerdote portuense que gustaba coleccionar zapatos, abanicos, quinqués, sotanas, etc., y que vestía siempre la sotana más vieja y calzaba alpargatas, para que fuera el orador que ocupara la tribuna, motivo por el cual recibió la visita del presidente de la comisión.
"Yo, como presidente  - comenzó diciendo al tiempo que sacaba un papel del bolsillo mientras seguía leyendo-  tengo a bien comunicar a usted que se ha acordado elegir al párroco del Puer­to, puesto que fue el Puerto de la Cruz quien a partir de la trágica erupción de 1706 continuó el camino del progreso impulsado por el noble pueblo de Garachico. Y por tanto me corresponde el alto honor de solicitar tenga a bien aceptar diga el sermón en las fiestas de San Roque".    
Terminada la lectura, dobló el papel  y lo volvió nuevamente al bolsillo.
Don Federico, un tanto extrañado por la forma retórica de la petición por parte de aquel hombre alto, joven y de piel curti­da por el sol, dijo:
-No hay problemas. Garachico para mí es un pueblo muy querido al que he asistido en más de una ocasión a sus fiestas. No se preocupe que acepto  gustoso.
Efectivamente, fue puntual. Y el día del sermón el presi­dente le mostró su preocupación por no haberse recaudado lo previsto, por lo que preguntó al cura:
- Mire, padre,  ¿Cuanto piensa cobrar por su pieza oratoria?
Usted tranquilo, que eso les sale baratito. Cubrir los gas­tos de locomoción, de comida... ¡vaya! Cada vez que nombre a San Roque usted me paga un duro y ya está -dijo súbitamente y de for­ma concluyente, como apoyando su tesis financiera.
Acordado el aspecto económico, el presidente se provee­ría de lápiz y papel  y cada vez que nombrase a San Roque haría una rayita para su contabilización.
Una vez en el púlpito, y después de elogiar las bellezas del pueblo, comenzó hablando del milagroso santo:   “... no olviden que San Roque fue el salvador de este pueblo.  Ustedes conocen que San Roque es el patrón de la gente del campo y del mar, y que la fiesta de San Roque data de 1602, cuando salvó a la feligresía del azote de la peste ... San Roque que está en los corazones de los ga­rachiquenses más firme que ese roque que bate las olas ... San Roque es devoción y fe ... San Roque asiste tanto al agricultor como al marino ... Por eso no es extraño que el milagro se hiciera una no­che en que San Roque al adentrarse por un bosque y atravesar una laguna oyera como las ranas emitían sonidos que habían tro­cado su peculiar croar para cantar a la gloria del santo repitien­do de forma imparable: roque-roque-roque ... "
El presidente de las fiestas, que estaba atento a la contabilización, a base de pequeñas perpendiculares, lo miró espantando y, levantando los brazos en alto, gritó:
-i Pare, pare, señor cura, que se nos acaba el presupuesto!...”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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