sábado, 29 de julio de 2017

ÁNGELA PACHECO LÓPEZ EN EL RECUERDO



Tengo en mi mente desde la memoria y la infancia y mi primera juventud en casa de mis padres en la calle El Calvario, la presencia en el cuarto que conocíamos por “El de Costura”, de esta inolvidable mujer que conocíamos por Ángela Pacheco López y que llamábamos “Angelilla”.
Era hija del matrimonio orotavense formado por don Domingo Pacheco (agricultor) y doña Lucía López (ama de casa), la tercera de cinco hermanos, curiosamente en la actualidad (2014) solo queda una en vida Rosario Pacheco López.
Angelilla era muy querida en casa, venía dos o tres veces por semana a ayudarle en los labores del hogar y sobre todo en la costura de su taller a mi querida madre María del Carmen Abréu González.
Todo sucedió según me contaron, por el principio de los años treinta del siglo XX, mis padres vivían en una casita del camino de Los Cuartos de La Villa de La Orotava, frente a la famosa Calera de don Antonio Hernández “De Las Tapias”, y la familia Pacheco López eran entonces medianeros de la finca colindante, tenían su hogar en la carretera General de Las Cañadas (actual Avenida de Sor Soledad Cobián).  Un día doña Lucía López como de costumbre en aquellos años, le ofreció a su hija Angelilla a mi madre para que le ayudase en las tareas hogareñas, tanto fue así que no solo trabajó en casa, si no que aprendió a coser en el taller que mi madre tenía en ese lugar.
Así, con el tiempo y tras la metamorfosis de mis padres de mudanzas de hogar, hasta llegar a su último destino en propiedad en la calle El Calvario, Angelilla siguió ayudando a mi madre María (fue su madrina de confirmación) hasta su casamiento con el orotavense Domingo Báez, fruto del matrimonio tuvo tres magníficos hijos.
La familia Pacheco López, vivían al principio en la Huerta del Moral, detrás donde en la actualidad está el estadio Municipal Los Cuartos, donde regentaban una finca de cultivos ordinarios, pero luego se trasladaron a la Carretera General de Las Cañadas (actual Avenida de Sor Soledad Cobián), para atender la finca que fue propiedad del Abuelo materno de mi mujer Antonia María González de Chaves y Díaz, don Francisco Díaz natural de La Cruz Santa (Los Realejos). En ese lugar fabricaron, y ubicaron su hogar hasta hoy.
Mucho cariño le tenía a Angelilla, siempre hablando con ella y estudiando al lado cuando planchaba y cosía en la maquina Singer de mi madre. Pero tengo una anécdota en mi mente, resultó que limpiando el dormitorio de mis padres por una Semana Santa, como el piso de  la parte alta de la casa era de madera desnivelada cubierto de cera resbaladiza. Limpiando el armario se le movió y se le empotró en su cabeza. Asustado del incidente bajé corriendo como un loco a buscar a mi segunda madre, mi tía Consuelo Abréu González que estaba en la cocina, que subió inmediatamente y la socorrió como pudo. Lo que evito un accidente de mayores consecuencias.
Una cruel enfermedad se la llevó siendo aún joven, pero yo siempre la he tenido en mis recuerdos infantiles y juveniles y en mi corazón.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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