lunes, 31 de julio de 2017

El MÉDANO EN EL TIEMPO (I)



Esta panorámica del sur de la isla de Tenerife concretamente en el Médano publicada en La Prensa del matutino El DÍA el día 10 de septiembre de 2011, nos hace pensar que el progreso mal organizado nos lleva a una hecatombe de la ruina en el paisaje, en el medio ambiente y en nivel de la vida.
Aquí vemos el verdadero Médano, el Médano país del sol, del viento, de la naturaleza, de la soledad, del mar cristalino, de su propios y originarios habitantes. El Médano que a pesar de su difícil trayecto para disfrutarlo solo se le veían almas humanas de otros lugares de la isla en tiempo de estío.
Allí veraneaban muchas gentes de La Orotava, tenían sus caserones frente a su playa los Herederos de don Casiano García Feo, chanero de verdad, propietario de sus tierras, del Cabezo. Su hermano Francisco García Feo conocido por “Frasco” construyó el hotel Médano que en la actualidad está amenazado por costa para ser destruido. Su otro hermano que fue párroco arcipreste del templo Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de La Orotava don Inocencio García Feo, estudió en el seminario de Tenerife, se especializó en la Roma externa y murió en La Villa victima de la peste gripal que azotó la isla al principio del siglo XX. También compraron en el Médano la familia de don Eustaquio García industrial – ebanista de La Orotava, que en la actualidad conservan sus propiedades.
Visité por primera El Médano (Barrio costero de Granadilla de Abona), siendo aun joven, con los amigos y convecinos, Francisco Sánchez García (fallecido) y Dardi Sánchez García, nos desplazamos en el escarabajo blanco de Francisco por la carretera de Las Cañadas y difíciles curvas de los montes de Vilaflor, allí nos reunimos con el resto de su familia y con la familia García Torrents.
Guiado por mi amiga y convecina de La Orotava Margarita García, me emocionó El Médano, ya no era como está en esta foto (con su antiguo balneario junto a las maretas), pero tampoco y mucho menos como está en la actualidad. Me impresionó la Montaña Roja, el horizonte llano y azul del océano, la brisa de su viento costumbrista, las limpias aguas del mar, su arena amarilla y fina. Toda una proeza que me hizo pensar en el futuro de la vida, en el futuro de la humanidad. Pero como cambian las formas, primero la autovía, después la autopista y después el aeropuerto y dentro de poco el Puerto Industrial. En qué futuro pensaba un servidor siendo un joven estudiante de preuniversitario en aquellos veranos de gratos recuerdos.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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