jueves, 24 de agosto de 2017

CINE CLUB OROTAVA, REFLEXIONES Y ANÉCDOTAS PARA LA INTRAHISTORIA, (IV)



Expongo los cincos capítulos que mi recordado profesor de filosofía de sexto de bachiller en el Colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava; JUSTO DÍAZ EXPÓSITO remitió entonces (05/09/2011) hasta su prematuro fallecimiento en tierra valenciana: "...Si satisfechos y contentos con la actividad cultural que habíamos puesto en marcha, clausuramos la Iª Temporada, con más satisfacción, si cabe, preparamos el final de la IIª. Y esta vez sería en el flamante Cine Orotava, como pórtico a las Fiestas del Corpus y San Isidro. La colaboración de Don César García hizo posible el milagro. El Ayuntamiento colaboró colocando unas banderolas en la entrada al edificio. Sería la IIª Semana Internacional de Cine.
Previamente decidimos acudir a la Delegación de Información y Turismo, donde, tras las gestiones del periodista Antonio Martí, nos recibió Herrero Tejedor. Le informamos de nuestros proyectos en una agradable conversación en la que me acompañó, entre otros junto a Eulogio Domingo, Alfonso Trujillo, que, de asistente a las sesiones, se incorporaba así a colaborar en el Cine Club con el entusiasmo que ponía en todas las cosas. Una de nuestras solicitudes fue suprimir la proyección del NODO, (“Noticiario Documental al alcance de todos los españoles”), durante los días de la Semana. El NODO era “por real decreto” de obligatoria exhibición todos los días, antes de la película. Lo sustituiríamos con la presentación de un corto del Festival Tom y Jerry. Este Festival lo componían ocho o diez cortometrajes con las travesuras de los protagonistas. De esta manera empezarían las sesiones de la Semana con un corto distinto cada día. Al finalizar se haría el “descanso”. Rompíamos así un intermedio que se había acostumbrado hacer siempre en la Orotava a la mitad de la proyección. Por eso, también fue una novedad el que, después de la presentación del filme, se proyectara la película toda seguida. Al final, y sólo en la sesión de la tarde y en el patio de butacas, tendría lugar el coloquio.
“Lo que diferencia nuestras sesiones y le da un carácter bien definido respecto a otras sesiones de este mismo tipo (Cine Club Náutico), -nos recuerda un artículo de José Chela publicado en La Tarde y que recoge Miguel Hernández González en <Una aproximación a la Historia del Cine Club Orotava>-, es precisamente el tener la posibilidad al final de las mismas, de analizar la problemática propuesta por el autor del filme proyectado, a través del DIÁLOGO, en el que puede participar cualquiera de los asistentes”.
 La selección de películas para la IIª Semana Internacional de Cine, de nuevo, no tendría nada que envidiar a las mejores programaciones de los Cine Clubs españoles. Los actos de clausura se celebraron del 30 de Mayo al 4 de Junio.
Inauguró el Festival: “El ingenuo salvaje” (1963) de Lindsay Anderson, con una increíble interpretación de Richard Harris acompañado de Rachel Robert. Una muestra del Free Cinema, un movimiento que revolucionó el cine británico de los años sesenta. Lindsay Anderson apostó por un cine más realista y comprometido. En este drama aborda la vida de un conflictivo jugador de rugby. El actor Richard Harris, que había llegado a practicar este deporte en sus años mozos, logró una nominación al Oscar. Invitamos a esta primera sesión, para presentar la película y dirigir el coloquio, a Elfidio Alonso, que había publicado todo un reportaje en las páginas de El Día sobre nuestra Semana de Cine. A los invitados que venían de fuera de la Orotava, les obsequiábamos esa noche con una cena.  Nunca acudí a ninguna de ellas. Preferí siempre volver al local donde se proyectaba la sesión de la noche. Mientras, el invitado solía estar acompañado, entre otros, del vicepresidente Melchor García Hernández y del Tesorero Eulogio Domingo Méndez García.
La presentación de “Suspense” (1961) de Jack Clayton, interpretada por Deborah Kerr y Michael Redgrave, estuvo a cargo de Melchor Dorta. En la Inglaterra del siglo XIX, Deborah Kerr es una institutriz que acude a una mansión para cuidar a dos niños: Flora y Miles. El coloquio lo dirigió el sacerdote salesiano Manuel Porlán, que más conciliador que nuestro Consejero, hacía méritos para conseguir la asesoría religiosa del Cine-Club.
Y no podía faltar, en la programación de la Semana, una película española. Ese cine español de las tres B, que, todavía hoy, sigo defendiendo: Buñuel, Berlanga, Bardem. “Calle Mayor” (1956), lo dije en mi anterior entrega, es una de mis predilectas. Dirigida por Juan Antonio Bardem e interpretada por Betsy Blair y José Suárez, había sido premiada por el Jurado de la Crítica Internacional del Festival de Venecia 1956. Bardem examina la mediocridad de la vida en una pequeña ciudad de provincias, en la lastimosa España de los años cincuenta. Y nos cuenta la broma macabra que gastan un grupo de jóvenes “que se aburren” contra una infeliz solterona. La presentación de la película y el coloquio lo dirigió Alfonso Trujillo.
La película del jueves, tarde y noche, fue “La corrupción” (1964) de Mauro Bolognini con Jacques Perrin, Rossana Schiaffino y Alain Cuny. El revuelo que había levantado su programación era grande, al ser calificada por la Iglesia: 4, gravemente peligrosa. En la ficha se leía: “Asunto difícil y prometedor al principio de gran esperanza temática, pronto entra en la vulgaridad de un ambiente duro y sombrío, que en  ningún momento concede a la acción una nota de valor positivo que suavice la escabrosidad de los hechos… No hay nada positivo, ni lección moral alguna que se desprenda de la inquietante y desagradable historia que se presenta”. La expectación aumentó cuando subió al escenario del Cine Orotava, para hacer la presentación de la película, nuestro “beligerante” asesor religioso Ángel Martín. Había aceptado el reto. Lo que no se esperaba era que iba a ser su última relación con quienes formábamos el Cine Club Orotava. Había firmado su sentencia. También dirigió el coloquio.
“La isla desnuda” (1962) obra maestra de Kaneto Shindo, era un drama sin diálogo, en el que la imagen adopta el papel de narrador absoluto. Nunca guardo las fichas de presentación, conferencias o coloquios sobre películas. Pero, por un afecto especial, en mi archivo de cine figuran dos hojas cuadriculadas, arrancadas de un cuaderno, en las que está escrita, con tinta, la presentación que esa tarde hice de la película japonesa. El texto era el siguiente:
 “ Kaneto Shindo no es un joven, nació en 1912. Shindo entró en el cine sobre 1934, pero por la puerta de servicio, dejando el trabajo del campo e iniciando un aprendizaje de laboratorio. Algunos años más tarde, al comienzo de la guerra antiamericana se dedicó a escribir guiones. Actividad esta que continuó en la postguerra e incluso después de su primera película como director. Los primeros contactos con la cámara los hizo como ayudante. El primer filme de Shindo fue en 1951 y constituyó un debut casi autobiográfico: “Historia de una mujer amada”. Al año siguiente, 52, Shindo hizo el filme  que le dio la fama incluso fuera de las fronteras del Japón: “Los hijos de la bomba atómica”. Un documental tremendo sobre las espantosas consecuencias de la bomba atómica sobre los niños de Hiroshima. La película presentada en el Festival de Karlovy Vary en 1954 obtuvo el Premio de la Paz.
Aun cuando ninguno de estos dos filmes tuvo éxito con la crítica, Kaneto Shindo continuó su actividad realizadora. En 1934 dirigió dos películas. Y en 1956 presenta en el Festival de Venecia: “El camino de la vergüenza” Entre 1955 y 1959 las películas dirigidas por Shindo no fueron muchas.
 Y es en 1960 cuando la Asociación Cinematográfica Kindai produjo la obra maestra de Shindo: “La Isla Desnuda”, rodada en el mar de Seto (Japón Occidental). El propio Shindo escribió lo que se propuso al presentarla en el Festival de Moscú. Desde mucho  tiempo antes Shindo maduraba dentro de sí, el deseo de contar la lucha de los campesinos con la tierra, incluso expresando el drama sólo con las imágenes, sin recurrir a las palabras que pueden traicionar el pensamiento.
 El filme costó menos de un millón de pesetas (5 millones de yens) puesto que  nadie cobró por su trabajo, los actores, el operador y el músico hicieron sociedad sentimental con Shindo y le ayudaron con humildad y  entusiasmo a crear esta obra maestra.
El argumento está dividido en cuatro partes: verano, otoño, invierno y primavera. El filme tiene tres versos que en España no aparecen traducidos y que marcan el ritmo poético de la obra: Cultivando sin cesar / una tierra seca / una tierra limitada.
Al final otro letrero, que también aparece sin traducción del japonés avisa: <La vida sigue>.
Kaneto Shindo ha plasmado un trozo palpitante de vida dolorosa y humilde: la vida de los hombres frente a la tierra arisca. La tragedia de lo humano ante la impasibilidad del mundo, ante la dureza de la naturaleza que le rodea. Y, sobre todo la resignación, plasmada, ya al final, en esa grandiosa escena donde el filme alcanza su punto culminante.
La película ha obtenido el primer premio en el Festival de  Moscú, la Victoire del cine francés, y tres galardones en la Semana de Cine Religioso y de Valores Humano de Valladolid.
El público sensible, el público amante de la verdad, de la poesía, el público  que busque en el cine no una simple distracción, sino una enseñanza, un vehículo de emoción y de ideas, comprenderá fácilmente el porqué de todos estos premios”.
Días después, recuerdo que, por la calle, me paró Benjamín Afonso Padrón, cronista oficial de la Villay gran conocedor del mundo de la fotografía, para hablarme de la película y del impacto que le produjo su impresionante fotografía en blanco y negro.
La Semana se clausuró con honores de gran estreno. “El Evangelio según San Mateo” (1964) de Pier Paolo Pasolini. Premio del Festival de Venecia 1964: Premio de la Oficina Católica Internacional del Cine y Premio Especial del Jurado; candidata al Oscar: Mejor Dirección Artística, Mejor Vestuario, y Mejor Música; Lazo de Plata de la Asociación de Periodistas de Cine Italiano a : Mejor Fotografía en blanco y negro, Mejor Vestuario y Mejor Director. Resulta sorprendente que el prestigioso cineasta, que se declaraba ateo y comunista, fuera tan fiel y respetuoso con el Evangelio que da título al filme y se lo  dedicara al Papa Juan XXIII. El papel de Jesús estaba interpretado por Enrique Irazoqui, sindicalista español, agnóstico.
La anécdota la protagonizó nuestro amigo y máximo colaborador en las proyecciones del Colegio, José Acosta, a quien le estaré siempre muy agradecido por su desinteresada colaboración. El presentador de la película fue el Párroco de la Iglesia de la Concepción, Don Leandro Medina. Pero el quería verla antes. Esa mañana, en el Colegio Salesiano, se le proyectó en privado la película íntegra. Al enlatar los rollos, en la caja 2, se puso el rollo 3 y en la 3 el rollo 2. Esto hizo que en la proyección, por la tarde, de la película, después del segundo rollo se volviera a la infancia de Jesús. El público se dio cuenta de lo sucedido. Pero la  proyección siguió con normalidad. Rápidamente subí a cabina para comentar el desaguisado, que se subsanó en la sesión de la noche. Y en las siguientes, ya que el Cine Orotava la programó varias veces más.
Acabamos así otra etapa. A diferencia de la Iª Temporada “la situación, -escribe Miguel Hernández González en <Una aproximación a la Historia del Cine Club Orotava>-, devino insostenible y el Cine Club decidió volar sólo, abandonando paulatinamente el recinto del colegio… Desde los incidentes de <La Gata> y <Los Chicos>, las relaciones con la Comunidad Salesiana se hicieron más tirantes…”
Y a modo de compensación, por los sinsabores, mis alumnos del Colegio de San Agustín de Los Realejos, la mayoría del Puerto de la Cruz y pertenecientes a la sección de Estudiantes del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, me animaron a organizar una Semana de Cine Hispano-Argenino, en el mes de Agosto. En ella, como no podía ser menos, colaborarían El Cine Club Orotava, el Cine Club Centro Icodense y el Teatro Topham. De ello hablaremos en nuestra próxima entrega.
Y también de las tensiones entre continuadores y rupturistas, como los llama Miguel Hernández. En las refriegas habíamos salido adelante sin traicionar nuestros ideales, pero los arañazos estaban a flor de piel. Todo ello hará que la Temporada siguiente cambie la Directiva del Cine Club y se empiece con savia nueva, nuevas ideas y nuevas personas, bajo mi presidencia.  CONTINUARÁ..."

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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