martes, 22 de agosto de 2017

ORÍGENES DEL CLUB DEPORTIVO PUERTO CRUZ.



El, Club Deportivo Puerto Cruz se organizó en el año 1957, en una función entre los dos club juveniles entonces en competición; CD. Onces Piratas y Unión Portuense. Participa por primera vez en una competición oficial, allá por la temporada 1957-58. No hay duda de que es una fecha significativa que no puede pasarse por alto, superficialmente, en la trayectoria de la entidad.
Esta es la apresurada síntesis, con testimonios, gráficas, reproduc­ciones; títulos y resultados. Está hecha con el cariño de quienes han seguido la trayectoria de un club señor, rico en exquisiteces balompédicas, en hombres capaces, en gestas inolvidables. Con cariño y con ilusión de contribuir al éxito de tan importante celebración. Por lo que respecta a su estancia en Segunda categoría, hay que consignar que fue Subcampeón de la Copa" Federación" en la temporada 1957-58. En la siguiente, fue subcampeón del grupo norte y campeón nuevamente de la Copa" Federación", disputada conjuntamente por los clubes de Primera y Segunda, Finalmente, en 1959-60 fue campeón absoluto tras superar al de la zona "Capital-Laguna" y lograr el ascenso el 17 de Abril de 1960.
Una de la importante competición en la que ha participado es el Campeonato de España de Aficionados. No con muy buena fortuna, precisamente, pues en la primera oportunidad, temporada 1969-70, caería eliminado ante el San Antonio, de Las Palmas por el doble valor del gol en campo contrario (2-0 y 4-2, respectivamente). En la segunda, en el ejercicio siguiente, hubo de vérselas con el potente Real Madrid,antes el que hubo de inclinarse. Y por último, ya en 1978-79, después de superar y desquitarse ante el equipo grancanario del San Antonio en fa eliminatoria previa, cedió ante la UD. Puzol de Valencia.
Llegamos a los años 70, en los que .hay una sensible baja que lamentar: la del jugador Agustín, cuyo fallecimiento fue muy sentido en todos los círculos futbolísticos de la provincia. Fueron unos años de muchos altibajos: junto a aconteci­mientos francamente gratos, se re­gistraron otros verdaderamente desdichados.
Habría que hablar de una marcada irregularidad en los cam­peonatos de Liga, ya de categoría Preferente, por una reestructuración. Sin embargo, hay más Fortuna en la última de las ligas Interregionales disputadas, ganadas brillantemente y en la conquista de varias competiciones coperas.
Se produce asimismo un resurgimiento de la cantera después de varios años de marginación y olvido; en tanto que algunos juga­dores pertenecientes al club son solicitados por otros de categoría superior, principalmente el Tenerife.
La retirada de Del Pino -toda una institución en el fútbol regional-, la disputa de algunos encuentros internacionales y la mis­ma presencia en el veraniego "Tro­feo Teide" son otros hechos desta­cados en la ejecutoria de la entidad que alcanza su máxima cota depor­tiva al meterse en el pelotón de equipos ascensores a la Tercera División.
Entre esos acontecimientos, parece obligado referirse a la pujan­za recobrada por el fútbol de base en esta localidad. Lástima que las circunstancias hayan impedido una continuidad de esa línea. Los" can­teristas", en efecto, se lamentarán de que volviera a perderse la brúju­la que tan claramente orientó el camino en 1973, como lo prueba el éxito en la Liga interregional. Salva­dor Gorda escribía en "la Tarde" (8.1V.1973): "...Aquellas inclusión aisladas -en las que muy pocos confiaron, pero que ahora no tienen más remedio que reconocer su insustituibilidad- fueron preludio de esta plena confianza que ahora se deposita en los juveniles portuenses, los cuales dan el salto al primer equipo con la facilidad que podrían practicar, digamos, el de longi­tud... " .
Pero, como se ha dicho, no hubo continuidad, si bien es cierto que en los años posteriores la pre­sencia de jugadores nacidos .en la localidad ha sido como una constan­te que se pudo aprovechar mejor, no nos engañemos, de haber conta­do con la debida planificación y de haber tenido la necesaria com­prensión/ por parte de todos. Hacia quienes llegaron al primer equipo.
En esas coordenadas, Puer­to Cruz ha seguido siendo un equipo respetado, un equipo que ha procu­rado batirse en todo los frentes con el decoro y la superación que mar­can su propio historial. La prueba está en que ha ganado, además de la "liguilla" citada, dos copas de Canarias, una "Rodríguez López" y hasta un "Trofeo Teide”.
Hasta llegar a nuestros días, en los que permanece en el grupo canario de la Tercera división española, dentro del que espera llegar lejos, reivindicando aspiracio­nes, manteniendo el interés de so­cios y simpatizantes y representan­do a la ciudad con el prestigio que ella se merece.
El autor subrayaba a conti­nuación las dificultades con que el club iba a encontrarse, principal­mente de tipo económico, al tener que afrontar los gastos de desplaza­miento a la zona Capital-Laguna. En consecuencia, pedía comprensión al máximo organismo futbolístico, en aras "del engrandecimiento del fút­bol insular y del resurgimiento del maltrecho balompié norteño".
Lo cierto es que el hándicap económico se superó merced a la desinteresada ficha de los jugado­res, "pues todos se ofrecieron gratis y sin condiciones para salvar el fútbol portuense, en trance de desa­parecer", según apunta José Her­nández Torres en una crónica pu­blicada en abril del 58 en el desa­parecido órgano de información tu­rística "la voz de la isla". El gesto era resaltado en la entusiasta pluma del autor: "Están escribiendo la mejor lección de fútbol y en la que cada uno da lo que tiene, sin pedir nada, sin pasar factura”.
El periodista portuense, el amigo Juan Cruz Ruiz, escribía que; Salvador García era un jo­ven de pantalón corto que se le acercó a los futbolines y le dijo que él quería escribir de fútbol, deporte del que Juan informaba en "Aire Libre". Lo llegó a hacer tan bien que pronto parecía un niño mayor con una pluma en la mano. Ahora es tan famoso por las ondas y por la escritura que ya posee categoría para mirar atrás sin ira, y se ha vuelto hacía mi y me ha dicho, a la inversa, la conversación de entonces. Me ha pedido que escriba de fútbol, y ha querido que yo, que ya tengo más años que él -cuando somos niños casi todos tenemos la misma edad-, le escriba de fútbol. Su propuesta de aquellos años era más amplia: él quería, simplemente, escribir de fútbol. A mí me pide que escriba de aquella época del fútbol. Me pide que hable del Puerto Cruz. Y o confieso que nunca he sido muy patriota de mi tierra chica, porque creo que en un deporte que mueve tanto dinero y asegura tantos mane­jos, es difícil construir los idealismos que conforman el verbo patriótico. Pero no niego que para mí el recuer­do del Puerto Cruz, aquel equipo que en mi infancia y adolescencia arrebata a pares títulos, vestido de blanco, bien alineado, una especie de empresa bien engrasada que había nacido para golear al Silense o, por lo menos, para batir al Real Unión y disputarle la capitalidad futbolística de Canarias al Las Pal­mas Aficionado, es un recuerdo imborrable que me trae, sobre todo, olores y sabor de ruido. El ruido de aquellos balones bombeados sobre "El Peñón", el graderío furtivo de los portuenses sabios, lanzados por Del Pino, el Di Stéfano que no podía vivir sin Pagés; o el olor que Antonio administraba, en sustitución de Venancio, de manera sabia pero profusa. Es también recuerdo del éxito, y es también sabor de la tertulia que en la plaza del Charco decidía qué ritmo debía seguir cada equipo, qué fortuna le aguardaba a tal jugador o qué vicios inconfesa­bles -la afición del Puerto solía ser intolerable en su moral- padecía tal entrenador. Es, asimismo, noticia de los ruidos: yo. Oí’. Un partido Puerto Cruz-Silense desde una huerta cer­cana, y no pude verlo porque no había entradas. Pero el fútbol siem­pre ha sido un reflejo de la eficacia de los sonidos, y se sabía cuándo había despejado Donato o cuándo el disparo final, el que producía el jolgorio, era de Tito Del Pino. Los cabezazos, secos, rotundos, solían ser de Pagés. Ahora esos ruidos yesos olores cumplen años. No puedo negarme a lo que Salvador me pide: escribir de aquel Fútbol Pero para mí, el fútbol es ruido, furia, sonido: el olor de la distancia amortiguado por la presencia inmensa del mar.
El asenso en dos tiempos En la temporada 1959-60, el C.D. Puerto Cruz se proclamó campeón absoluto de Segunda ca­tegoría y lograba el ascenso a la inmediata superior, por aquel enton­ces la máxima, en el contexto de las competiciones regionales. Primero lo fue de su zona, enfrentándose luego al Estrella, pri­mer clasificado de la. 'Capital­ Laguna", al que venció en las dos confrontaciones.
Pero hay que ir por partes porque si a algún acontecimiento hay que referirse de forma obligada en esta sinopsis histórica, es aquel Puerto Cruz-Silense del último día de febrero de 1960. Un duelo en la cumbre: dos colosos frente a frente. Los puntos en litigio eran decisivos para la suerte final del carpeonato. El representante de Los Silos había vencido en el encuentro de la prime­ra vuelta y para los portuenses, el triunfo era imprescindible si querían entonar el alirón.
La expectación, cuentan las crónicas, fue desbordante. Hacía muchísimo tiempo que un partido de fútbol regional no despertaba tama­ño interés. Basta remitirse a los testimonios de la época. Así, por ejemplo, Santiago Rodríguez, en una crónica publicada en "La Tarde "(25.11.60), escribía: "...En todo el Valle no se habla de otra cosa, siendo de sentir que el que asimismo, en su día, será hermoso escenario deportivo del norte de la isla, no pueda albergar a los aficionados, y hasta a los no aficionados que ese día se des­plazarán a la población tinerfeña turística por excelencia, para dis­frutar de tan emotivo acontecimien­to...”.
La prensa de entonces, en efecto, se ocupó generosamente de la decisiva contienda. Para "Aire Libre", el pronóstico era difícil. .. Aunque nos inclinamos por un buen resultado del conjunto local, por dos factores a su haber: campo y afi­ción... El Silense, más combativo; el Puerto Cruz, con más técnica de juego".
Y "Jornada Deportiva", en entrevistas de Álvaro Castañeda, recogía opiniones de ambas partes. La de Vicente Hernández Coronado, entrenador del Silense, llegaría a ser muy comentada: "Espero que en "El Peñón" no se nos apague la luz que va señalándonos el camino del título”.
Llegó la fecha señalada. Aquel 28 de febrero, domingo, si­gue siendo muy recordado por toda la afición portuense. Fue una jorna­da gloriosa para el fútbol local. El ambiente era inenarrable. La prueba está en las fotografías tomadas antes y durante el encuentro. "El Peñón" estaba rebosante con noto­ria antelación a la hora del comien­zo. Chicos y grandes. Mujeres y ancianos. Nadie quería perderse el choque decisivo. Ganó Puerto Cruz, claro. Se impuso (2-0) en un choque que resultó, por encima de todo, emo­cionante. Arbitró Calvo. Y es de justicia recordar a los protagonistas de aquella inolvidable tarde fútbol­ística. Jugaron: Puerto Cruz: Tito; Alberto, Galindo, Elfidio, Berto, Arturo; Germán, Soriano, Pagés, Del Pino y Vicente. Silense: Manolo; Mederos, Ninín, Moro; Lorenzo, Andrés; Mo­nolito, Enrique, Juanito, Gilberto y Jacinto.
Álvaro Castañeda, escribió lo crónico de "Aire libre". Consig­no el hecho de que o lo uno de Ia tarde fueron abiertos los puertos del campo poro mayor comodidad de lo riada humano, unos seis mil perso­nas, según los cálculos. Ello nos dio idea del ambiente vivido en aquello confrontación que, según el testimo­nio del periodista, no fue un de­chado de virtudes futbolísticos yo que, los nervios, lógicamente, hicieron preso en los veintidós jugado­res”.
"El Puerto Cruz, con mayor rapidez y técnico, venció al Silen­se", era el título de aquello reseño en lo que se reflejaban los méritos del equipo local, sin dejar de reco­nocer que el rival no le había acompañado lo suerte en varios ocasiones. En lo primero minutos, había marcado Vicente, recogiendo un rechace de lo defen­sa tras disparo de Soriano. En el segundo tiempo, cuando restaban once minutos, el propio Vicente habilitó a Del Pino para que éste rubricase el tanteo.
"El público prorrumpió en grandes ovaciones -decía lo crónico de "Aire libre" - y fueron dispara­dos gran cantidad de cohetes que retumbaron en el ambiente como un eco o esto victoria del Puerto Cruz, elaborado por un mejor sentido táctico, por uno mayor rapidez y clase en sus jugadores, y también por lo decisión de sus delanteros en lo hora del gol".
Por su parte, Labrador, en, 'La Tarde", dedicó un cariñoso comentario o Roberto Hernández y Santiago. Rodríguez, "con quienes la afición tinerfeña y los organismos Deportivos contrajeron ayer una deuda". La importancia de la victo­ria quedaba resumida así: "...EI triunfo más completo para un parti­do en el que se necesitaba espacio para acomodar al público que en masa ingente anunciaba. Su presen­cia, en el que había de poner de relieve la mayoría de edad de un club y en el que precisaban equipo para anotarse la victoria, supieron. Impregnar a Ramón Mesa, entrena­dor entusiasta, para que aquélla no pudiera escaparse...".
Remitiéndonos otra vez a "Aire Libre", un artículo firmado por Mínguez describe el ambiente antes y después del encuentro, el enorme júbilo con que se vivió aquella jornada, destacando la im­presión que le había causado el remozado campo de "El Peñón", ampliado y modernizado, con nue­vos graderías y cancha en perfectas condiciones, obra de todo un pue­blo, acometida desde todas las colaboraciones de sus hijos hasta hacer realidad una instalación que fue orgullo de la ciudad.
El segundo tiempo de este ascenso vendría dado en forma de una confrontación a doble encuen­tro con el Estrella, campeón del otro grupo. El equipo portuense estaba lanzado y se impuso en los dos cotejos.- Primero en la vieja "Man­zanilla", con gol de Cuco (33 minu­tos), exhibiendo buen fútbol de con­junto, según apreció Paladín en su cróniea de "Aire Libre" .
En el partido de vuelta, repitió triunfo esta vez (2-1), con ambiente que hizo recordar el del encuentro contra el Silense. "Aire Libre" (18.IV.60), titulaba la cróni­ca del choque de la siguiente manera:"Sigue de moda: El Puerto Cruz, a la sombra del Peñón, ganó el ascen­so a la Primera Categoría". Iba firmada por José Hernández Torres y de ella entresacamos estos pá­rrafos: "...Fue un partido muy com­petido, con dominio casi constante y sensible del local, salvo en el último cuarto de hora, en el que el Estrella dio pinceladas de bastante emoción por su acoso que se tradujo en situaciones de peligro ante el marco del Puerto... Una nota predominante y que con gusto resaltamos: la gran deportividad que imperó en los no­venta minutos de juego... Al final, los aficionados locales se lanzaron al campo para alzar en hombros a sus jugadores. Pero antes, los muchachos del Estrella, en un gesto muy de agradecer, felicitaron cor­dialmente  sus vencedores, mien­tras en el aire atronaban los cohetes y las tracas”.
Vicente (4 minutos), rema­tando un buen pase de Soriano, y Del Pino (10 minutos), culminando una acción de toda la delantera, obtuvieron los goles de aquella jornada, arbitrada por Severiano Jorge y que tuvo en el Puerto Cruz a los siguientes protagonistas: Tito; Elfi­dio, Galindo, Alberto; Arturo, Berto; Vicente, Del Pino, Pagés, Soriano y Germán.
Es de justicia consignar los nombres de quienes integraron la plantilla de jugadores que intervinie­ron en aquella temporada rubricada con el ascenso de categoría. Eran los siguientes: Saturnino M. Rodríguez Mesa, Gutiliano Álvarez González, Vicen­te Álvarez Castro, Alberto Hernán­dez lIIada, Tomás Galindo. Ríos, Elfidio García Alonso, Adalberto Arbelo González, Arturo Real Lorenzo, Germán Espinosa Córdoba, Antonio Soriano Rodríguez, Rubéns Cabrera Delgado, Andrés Pagés Tu­rrumbull, Segismundo Del Pino Real, Felipe Padrón Jordán, Vicente león Torres, Maximino Bello Maldonado, Andrés Pérez González, José Fran­cisco Hernández Rodríguez y José Ramón Rodríguez González. Como entrenador, Ramón Mesa Fariña. Masajista: Venancio Martín Ro­dríguez.
Se había logrado el ascen­so. Se disponía de una moderna instalación. Se había rescatado a la afición. El fútbol portuense había logrado volver a colocarse en su justo lugar. El esfuerzo había sido grande y la aportación de todos resultó decisiva.
Una persona muy querida y recordada, infatigable colaborador de publicaciones y emisoras, impeni­tente seguidor del equipo portuen­se, hablaba, pasada la euforia de las conquistas sobre la cancha, de misión cumplida. Nos estamos refi­riendo a Santiago Rodríguez que con ese título insertaba en "Aire libre" (4.VI1.60) un comentario que reproducimos íntegramente para ru­bricar este artículo dedicado al as­censo. Deda: Los años dorados, En la década de los 60, Puerto Cruz conoce sus horas glorio­sas. Tres años después del ascenso, alcanza su primer título en la que por entonces era la máxima catego­ría del fútbol regional. El equipo era respetado allí donde iba, siempre acompañado de una fiel afición que fue baluarte importante en muchas conquistas. Se había conservado, ade­más, el esqueleto de un conjunto que se caracterizó por la calidad de fútbol que imprimía en casi todas sus intervenciones. Claro que el paso de los años determinó la reti­rada de muchos de sus jugadores, de manera que mediada la "década, cambió sustancialmente la filosofía de la entidad que empezó a nutrirse de jugadores de otras localidades, un poco en competencia con otros clubes que encarecieron un mercado inusitado con el paso de los años.
Hay que hacer mención de temporadas ciertamente completas, como fue la 1963-64 y la 1966­-67, cuando el equipo fue conocido por" el 6 de copas", al ser éste el número de trofeos ganados; exhibi­dos, por cierto, para general admi­ración, en unos populares almace­nes de la localidad.
Lo más importante es que Puerto Cruz no desentonó lo más mínimo con esas nuevas pautas que, pese a todo, tenían la cruz o et lado amargo del olvido de la cantera. No sólo no desentonó sino que llegó a reunir las plantillas más completas
de toda su historia, como se refleja­ría luego en las canchas, particular­mente durante la segunda mitad de los años sesenta, cuando su poderío fue notorio.
Al que se puso brillante rúbrica, por cierto, con la participa­ción -primera de un representante tinerfeño- en el Campeonato de España de Aficionados. Sin suerte, todo hay que decirlo, porque en la primera oportunidad, temporada 1969-70, cayó ante el San Antonio de Las Palmas por el doble valor de los goles en campo contrario; y en la segunda, al siguiente ciclo, hubo de corresponderle en suerte el equi­po amateur del Real Madrid. El encuentro de vuelta ante los ma­dridistas se jugó en el "Santiago Bernabéu", donde los portuenses se inclinaron (4- 1) después de perder también en "El Peñón" (1-2).
Prueba clara es el título de campeón provincial de Primera cate­goría, acaparado durante tres tem­poradas consecutivas. Pero también habría que consignar el éxito de otras competiciones y a todas les otorgamos el mismo valor, de ahí que no se hagan distingos en cuanto a nombres y protagonistas en este capítulo. Todos los presidentes, to­dos los entrenadores, todos los fut­bolistas, todos los aficionados pu­sieron de su parte lo necesario para que el club fuera admirado y respe­tado, para que su ejecutoria resulta­ra brillante durante este período de tiempo.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario