sábado, 16 de septiembre de 2017

DON ENRIQUE




El amigo desde la infancia de La Villa de La Orotava; ANTONIO LUQUE HERNÁNDEZ. Remitió entonces (19/10/2001) estas notas que tituló;  “DON ENRIQUE”
Publicadas en el DIARIO DE AVISOS (Santa Cruz de Tenerife), viernes, 19 de octubre de 2001: “…La muerte de don Enrique Romeu Palazuelos, conde de Barbate, constituye un seguro infortunio para La Laguna, para Santa Cruz de Tenerife, para Cananas e In­cluso para España. Nuestro amigo nació en Sevilla en el año 1906 y acaba de morir en La Laguna, el 5 de octubre de 2001. El segundo conde de Barbate, dotado de sobresalien­tes cualidades, laboriosidad y austeridad, fue hombre de propósito bondadoso, de trato sencillo y de conversación amena e inteligente.
Este excepcional personaje buceó con tenacidad infati­gable durante su casi un siglo de vida en las profundidades de la existencia y consiguió localizar, estudiar y rememorar muchos de los más valiosos tesoros de la cultura hispana. No obstante, para estas Islas quedó lo más sustancial de su obra: vivificar la ilustración canaria, que era hasta entonces una época mal conocida. En los escritos de Romeu Pala­zuelos resurge preferentemente la historia de La Laguna, la ciudad, sus gentes, sus acontecimientos, sus leyendas, sus éxitos, sus esperanzas, sus alegrías y también sus errores y fracasos.
Don Enrique poseyó posiblemente toda la historia de nuestra edad moderna, esa época de esplendor lagunero. Cuando se leen con atención sus dilatados trabajos, asombra la capacidad de estudio, de recopilación de su genial pa­ciencia. Trazó infinidad de interesantes retratos literarios, los marqueses de Villanueva del Prado, Viera y Clavijo, el vizconde de Buen Paso, don Lope de la Guerra, y tantos otros ilustrados contertulios de los Nava. Supo popularizar a sus personajes, descritos con humor y elegancia, que por su credibilidad nos fascinan.
Toda su obra deriva de su integridad y amor por la ver­dad; cuanto investigó en tomo a España dimana de sus cla­ros principios, y cuanto averiguó de nuestro pasado lo ex­presó sin acritud, con total sentido de coherencia y honra­dez. Romeu Palazuelos manejaba la lengua castellana con primor exquisito y sus obras rebosan de ingenio. Estupendo prologuista y orador, su erudición era proverbial, y como li­terato figuraba entre los primeros.
En la obra de don Enrique he aprendido a apreciar el placer de lo auténtico, a gozar con agudeza culta y limpia, que a un tiempo regocija el ánimo y solaza el espíritu. Aho­ra, cuando todo su anhelo, su trabajo, su método, se han transmutado en eternidad, lo evoco en la junta de la Real Sociedad Económica de La Laguna, su cabeza lúcida, su palabra afable, mesurada y rectora. ¡Qué triste hablar de Romeu Palazuelos en pretérito! Traigo en este momento a la memoria nuestro último encuentro, una tarde del pasado mes de febrero, con don Enrique, arrellanado en su butaca predilecta del salón de su casa, rodeado de valiosos recuerdos familiares, casi ciego pero conservando intacta su inteligencia, pronto en auxiliar al amigo con sus impagables consejos.
Esposo amante y excelente padre, fue asimismo profundo creyente. Dios le concedió una vida larga y feliz. Al decirle adiós, me viene al pensamiento que será difícil encon­trar en el Instituto de Estudios canario, en el de Estudios Colombinos, en la Real Sociedad Económica y en todas esas instituciones a las que perteneció otro varón de su virtud y talento. Siento ahora, al despedirme de él con estas palabras, la necesidad de expresarle, a pesar de la distancia in­franqueable de hoy, mi agradecimiento y hacerlo también a Dios que lo puso tan oportunamente en mi camino…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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