El amigo
desde la infancia de La Villa de La Orotava; ANTONIO LUQUE HERNÁNDEZ. Remitió
entonces (19/10/2001) estas notas que tituló; “DON ENRIQUE”
Publicadas
en el DIARIO DE AVISOS (Santa Cruz de
Tenerife), viernes, 19 de octubre de
2001: “…La muerte de don Enrique Romeu Palazuelos, conde de Barbate,
constituye un seguro infortunio para La Laguna, para Santa Cruz de Tenerife, para Cananas
e Incluso para España. Nuestro amigo nació en Sevilla en el año 1906 y acaba
de morir en La Laguna,
el 5 de octubre de 2001. El segundo conde de Barbate, dotado de sobresalientes
cualidades, laboriosidad y austeridad, fue hombre de propósito bondadoso, de
trato sencillo y de conversación amena e inteligente.
Este excepcional personaje buceó con tenacidad infatigable
durante su casi un siglo de vida en las profundidades de la existencia y
consiguió localizar, estudiar y rememorar muchos de los más valiosos tesoros de
la cultura hispana. No obstante, para estas Islas quedó lo más sustancial de su
obra: vivificar la ilustración canaria, que era hasta entonces una época mal
conocida. En los escritos de Romeu Palazuelos resurge preferentemente la
historia de La Laguna,
la ciudad, sus gentes, sus acontecimientos, sus leyendas, sus éxitos, sus
esperanzas, sus alegrías y también sus errores y fracasos.
Don Enrique poseyó posiblemente toda la historia de nuestra edad
moderna, esa época de esplendor lagunero. Cuando se leen con atención sus
dilatados trabajos, asombra la capacidad de estudio, de recopilación de su
genial paciencia. Trazó infinidad de interesantes retratos literarios, los
marqueses de Villanueva del Prado, Viera y Clavijo, el vizconde de Buen Paso,
don Lope de la Guerra,
y tantos otros ilustrados contertulios de los Nava. Supo popularizar a sus
personajes, descritos con humor y elegancia, que por su credibilidad nos
fascinan.
Toda su obra deriva de su integridad y amor por la verdad;
cuanto investigó en tomo a España dimana de sus claros principios, y cuanto
averiguó de nuestro pasado lo expresó sin acritud, con total sentido de
coherencia y honradez. Romeu Palazuelos manejaba la lengua castellana con
primor exquisito y sus obras rebosan de ingenio. Estupendo prologuista y
orador, su erudición era proverbial, y como literato figuraba entre los
primeros.
En la obra de don Enrique he aprendido a apreciar el placer de
lo auténtico, a gozar con agudeza culta y limpia, que a un tiempo regocija el
ánimo y solaza el espíritu. Ahora, cuando todo su anhelo, su trabajo, su
método, se han transmutado en eternidad, lo evoco en la junta de la Real Sociedad
Económica de La Laguna,
su cabeza lúcida, su palabra afable, mesurada y rectora. ¡Qué triste hablar de
Romeu Palazuelos en pretérito! Traigo en este momento a la memoria nuestro
último encuentro, una tarde del pasado mes de febrero, con don Enrique,
arrellanado en su butaca predilecta del salón de su casa, rodeado de valiosos
recuerdos familiares, casi ciego pero conservando intacta su inteligencia,
pronto en auxiliar al amigo con sus impagables consejos.
Esposo amante y excelente padre, fue asimismo profundo creyente.
Dios le concedió una vida larga y feliz. Al decirle adiós, me viene al
pensamiento que será difícil encontrar en el Instituto de Estudios canario, en
el de Estudios Colombinos, en la Real Sociedad Económica y en todas esas
instituciones a las que perteneció otro varón de su virtud y talento. Siento
ahora, al despedirme de él con estas palabras, la necesidad de expresarle, a
pesar de la distancia infranqueable de hoy, mi agradecimiento y hacerlo
también a Dios que lo puso tan oportunamente en mi camino…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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