lunes, 18 de septiembre de 2017

EL ÁRBOL DE LA CIENCIA



Mi amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava; FRANCISCO JAVIER PÉREZ BAUTISTA, “QUICO”, remitió entonces unos artículos de su hermano el orotavense FLORENCIO LORENZO PÉREZ BAUTISTA, Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca, Profesor Adjunto de Medicina en la Universidad de Salamanca, Toco – ginecólogo y Miembro de Número de la Sociedad Española de Médicos Escritores:   “…EL ÁRBOL DE LA CIENCIA”:  ANDRÉS HURTADO (PIO BAROJA): "la ciencia es la única construcción fuerte de la humanidad "decía el médico Andrés Hurtado (PIO BAROJA) "era uno de esos hombres que consideraban el leer como un sucedáneo de vivir. ... “ Era un placer mientras ejercía en pueblos. Uno, Alcolea del Campo, (no encontrado ni en enciclopedias ni diccionarios) pero si dice que próximo a ésa localidad, había un balneario. Consultado el Espasa- Calpe se encuentra una Alcolea, "Villa y municipio de España, provincia de Almería... de 1945 h. Con aguas de ácido ferruginosas, recomendadas en las enfermedades de la nutrición. "no es coincidencia que el balneario de Cestona, provincia de Guipúzcoa, con sus aguas (27º a 31º) recomendadas en las enfermedades de la nutrición digestivas e infecciosas, lugar en el que ejerció como médico dos bienios.
A mi 87 años, continúan tres pasiones que he tenido a lo largo de la vida, desde que era un adolescente: leer más novelas clásicas que de Medicina, escribir, (componía hasta versos) y la naturaleza.
Soy un amigo de todos y cada uno de los árboles. Me entra un gran malestar viendo como se destruye la naturaleza en los incendios, la mayoría provocados por la mano del hombre. Así mismo, me apasiona la Astronomía. Al vivir en un ático, tengo la gran surte de poder contemplar las estrellas con un modesto telescopio o con mis prismáticos. No obstante, si tuviera que elegir, me inclinaría por la lectura, el libro, siempre a mano, dispuesto a servirte.
Microbiología. En la novela se ocupa de un centro para tratar las enfermedades venéreas, el Hospital de San Juan de Dios. Fue un motivo de depresión y melancolía para el estudiante Hurtado; "pensaba que el mundo le fuera presentado su cara más fea". En un edificio inmundo, sucio y maloliente. Visitó la casa de mujeres, "era un estercolero inhumano". Por si fuera poco, calificaba el médico encargado como un vejete hediondo, un canalla, un miserable que trataba con una crueldad inútil a aquellas desdichadas allí y las maltrataba de palabras y de otros inhumanos castigos.
A Hurtado se le retorcían las tripas....
Recordemos que la novela se publicó en 1911. En 1914 se había identificado la mayor parte de las bacterias patógenas para el hombre y los animales. La microbiología médica, la mentalidad etiopatogenia, había nacido siglos antes, en el XVI (sífilis); XVII (peste); XVIII (peste bovina y tuberculosis) etc.
Necesariamente, aquí y ahora nombramos a los inmortales Davaine, Pasteur, Roux, Chamberlad, Yersin, Koch, Klebs, Pierre Curie y su esposa María Curje, quien fue dos veces galardonada con el Premio Nobel y muchísimos otros más.
La patología general. Enfermedades: artritis reiterada en jóvenes. La fiebre o calentura fue entendida a lo largo de los siglos como una enfermedad que estaba en la sangre. De ahí se explica, las sangrías copiosas y frecuentes creyendo expulsar "el mal".
Hasta mediados del siglo XIX después de múltiples y reciente experimentos en animales se pudo saber la etimología de muchas fiebres. Eran micro organismos, la bacteria. La Tisis en niños y, curiosamente sin mención, el bacilo de Koch (tuberculosis incipiente), dice un médico...
"La Tuberculosis- escribe Baroja- era una de esas enfermedades que le producía un terror espantoso. Meses antes se había dicho que Roberto Koch había inventado un remedio eficaz para la tuberculosis: la tuberculina". (1890, hoy, como diagnóstico). El niño mejoró gracias por haberse mudado a orillas del Mediterráneo, alimentación intensa, baños de sol, vivir al aire libre, dormir con la ventana abierta y por la mañana, ducha fría paseos por el campo, comer y después una siesta".
Por estos años, Baroja acabó la carrera. La gota, como siglo antes, seguía existiendo. Citan cólicos, enteritis, meningitis, pleuresía y el tétanos.
La inmoralidad estaba en la Diputación de Madrid. Desde los administrativos hasta los internos que "vendían quinina al Hospital, a las boticas de la calle Atocha”... se jugaba en las guardias, funcionaba una timba constantemente". Hasta los señores capellanes "algunos chulos" y "curas viciosos e indignos" intervenían en el juego.... El caciquismo pueblerino, una triste realidad. El egoísmo, la envidia, la ruindad, una constante. Que hermosa sería una revolución, pensaba el médico Hurtado...
Madrid capital, sus vicios. Los estudiantes universitarios de entonces, pensaban y hacían bueno y malo como los de hoy en día, con todas las consecuencias. Diversión a raudales.
Baroja critica a la juventud sin escrúpulos, así que amigos de ellos, no compartía "sus ideas ni sus afectos. Los tenía por egoísta e irresponsables, canallas y chulos, engañando a madres e hijas. A las chicas que no le gustaba el sexo, lo achacaban a la "miseria orgánica, de la falta de alimentación y de aire... "Había comadronas con amantes y provocaban abortos más otros delitos... toda una miserable.
Cuando el estudiante Andrés Hurtado (Baroja) empezó a estudiar Terapéutica, se llevó una gran desilusión; un escéptico. "El mismo profesor en sus explicaciones "consideraba inútiles, cuando no perjudiciales, casi todos los preparado de la farmacopea. Lógico, cuando no había nada de la Era Bacteriológica. Las enfermedades venéreas, abundaban las casas de lenocinio también, incluso explotadas por curas la morfina como hipnótico, conocida, no rara de leer. En un parto mal asistido, muere la madre y el feto. El padre, hundido, se envenena con aconitina, un potente tóxico.
Sociología. Los estudiantes de Medicina, en Madrid, asistían a las clases en varios centros universitarios. La mayoría, "palurdos provincianos" a los que despreciaban en las postrimerías del siglo XIX, bombín, bastón, y casi todos luciendo barba o bigotes teñidos. Nulo respeto al profesorado. Todos versados en política, republicanos y defensores de monarquía, otros enemigos de la burguesía, en fin, partidarios de la clase rica y de la aristocracia.
El estudiante Hurtado era un reflejo de Baroja. Vivían en un ambiente de optimismo absurdo: nadie o casi nadie oía al profesorado. Insolentes, gritaban, rebuznaban e interrumpían al docente. Al salir de las clases, producían un gran ruido con los pies y con los bastones. Hurtado no salía de su asombro, todo absurdo, no había disciplina. Todo grotesco.
Su preparación para le ciencia no podía ser más desdichada. Aprobó todo menos Química. Funcionaban las recomendaciones. Así de esta manera sacó la pendiente, pese a que hizo un examen "detestable".
En las clases prácticas de Anatomía era una pura diversión, una burla desagradable, en suma: no había el menor respeto al cadáver.
Los mozos empleados los arrastraban por el suelo: "la impresión era terrible", escribe Baroja. Se cita, como lugares de esparcimiento los "cafés cantantes y casas de juegos", garitas peligrosas. Baroja escribió "había muchos vicios y depravaciones en Madrid... "
En el cuarto curso de carrera, asistía a las clases de Don José de Letamendi. Lo retrata como a un señor, bajito, flaco, escuálido con melenas y barba blanca. Tenía cierto tipo de aguilucho: la nariz corva y los ojos hundidos y brillantes. Vestía siempre levita entallada y llevaba sombreros de copa. Fue catedrático en Anatomía y Patología General. Autor de libros de Medicina y famoso por lanzar frases muy discutidas como" el médico sólo sabe de Medicina, ni Medicina sabe “...Gran humanista. (En la gran Enciclopedia Larousse, recoge su retrato y su saber en general…”
Al alumno Hurtado lo alaba en varios párrafos. Lo tenía por un genio" por los cuatros costados", ocupando varias páginas de la novela. Letamendi nació en Barcelona en 1828 y murió en Madrid en 1897. La novela se publicó en 1911.
Para Baroja, a través de su personaje, Andrés Hurtado, encarando otro tema, alega que la política nunca ha sido nada alta ni nada noble., se iba inclinando a un anarquismo espiritual basado en la simpatía y en la piedad, sin solución práctica ninguna. Seguían "las recomendaciones "de su tío médico, Iturrioz, para poder aprobar. Le tenía "muy poca afición a la carrera... " como diría el escritor que sólo ejerció la carrera dos años. Le apetecía más trabajar en un laboratorio de Fisiología...
En otro orden cosas, se afirmaba que "un aristócrata tenía derecho a todo. A la inmoralidad, al vicio, al egoísmo; estaba por encima de la moral corriente. Se cuenta que una duquesa tenía "un desenfreno terrible”... amantes por pares... Se hablaba del furor "erótico de Isabel 11; la impotencia de su marido; los vicios y enfermedades de los aristócratas...
Igual que Unamuno, Baroja- a través de sus personajes- criticó con dureza la fiesta de los toros. A un médico de pueblo muy aficionado a ello, incluso abandonando sus deberes, se fue a otra localidad lejana a la suya para poder asistir a una corrida calificándole de "bruto chantajista" al que sólo le interesaba el dinero, avaricioso con sus clientes del pueblo. Vamos, todo un amoral. Un malísimo compañero de la profesión.
Por otra parte la violencia de género y hasta el asesinato de la mujer se daba en' pueblos, dónde abundaban los borrachos.
Como remate final de ésta sociedad, existe el personaje que prostituye a su mujer y él a su vez, tiene tres amantes.
En España no hay más que "chulos y juerguitas" El chulo domina desde los Pirineos hasta Cádiz. Los políticos, militares, profesores curas, todos chulos...
El capital español está en manos de la canalla más abyecta, de los matones, según Baroja…”:

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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