viernes, 13 de octubre de 2017

CRÍSPULO DE MONTENEGRO Y OCAMPO.



El amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava; ANTONIO LUQUE HERNÁNDEZ, remitió entonces (19/12/2013) estas notas que tituló; “CRÍSPULO DE MONTENEGRO Y OCAMPO”: “…Nació y fue bautizado el 13 de junio de 1760 en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de La Concepción de La Orotava, siendo apadrinado por su hermano mayor, el presbítero Juan Nepomuceno de Montenegro. Estudió y practicó en el oficio en la escribanía de su tío Joseph de Montenegro, ya la muerte de Ángel Ginori y Viera, ocurrida el 5 de enero de 1791, solicitó ese empleo de escribano público, que le fue concedido en 3 de abril de 1791, por concurrir en su persona la «aptitud y fidelidad, pureza de costumbres, limpieza de sangre y de más cualidades y circunstancias exigidas».
Celebró matrimonio, el 17 de julio de 1785, con Gervasia de Alayón y Salcedo, hija del ayudante Pablo Alayón Salcedo y Antonia de Castro. Ambos esposos sucedieron en los patronatos y bienes que por vínculo, en fuerza de mayorazgo, habían fundado María de la Concepción Castro y Joseph de Montenegro, sus tíos y, por tanto, poseyeron la hacienda de El Ancón.
 No obstante ser universales legatarios, recibieron unos bienes bastante esquilmados al haberlos gravado sus tíos de obligaciones y pensiones con prodigalidad. En la información de 28 de enero de 1791, que acompaña la solicitud de Críspulo a suceder en la escribanía pública, que había pertenecido a su tío, se afirma: Logró ocupar el empleo de escribano público y lo ejerció desde fines de enero de 1791 hasta su renuncia en mayo de 1809. Al parecer ese matrimonio no gozó de buena suerte, unos nacen con estrella y otros, para su desventura, nacen estrellados. El activo de la familia se había disipado. Primero fue la quiebra del negocio de vinos que había emprendido su hermano Secundino, y que obligó a vender la bodega familiar en la calle Viera. Bien vengas, mal si vienes solo, dice el refrán, así que a continuación el beneficiado Juan Nepomuceno de Montenegro, quien por su autoridad y medios era el principal puntal de sus hermanos, fue víctima del robo doméstico en el que desaparecieron sus importantes ahorros y otros caudales ajenos que él custodiaba, hechos que ya hemos referido. Toda- vía Críspulo necesitó pleitear ante la vicaría del Partido contra el prior de los dominicos por la famosa cruz de carey porque, terminada la procesión de El Paso, el religioso pretendió que- darse con ella. Sin bien la justicia falló a su favor y obligó al fraile a devolvérsela, con tal que todos los años la prestase y la volviese a percibir, pero ello ocasionó gastos y molestias; pleitos tengas y los ganes, que dice el proverbio. Su débil esposa, Gervasia de Alayón, murió de repente, tras larga enfermedad, el 2 de marzo de 1807, a la edad de cuarenta y cinco años, y su cadáver fue sepultado, al día siguiente, en la cripta de su familia en la capilla de Ánimas del monasterio de los religiosos dominicos.  Críspulo de Montenegro testó el 21 de abril de 1810 y tres días después otorgó codicilo de últimas voluntades. En ese documento, afirma que el 26 de mayo de 1809 había renunciado a su oficio de escribanía pública, ante el rey Fernando VII y su Supremo Consejo de Regencia de España e Indias, en favor de Domingo de Montenegro y Alayón, su hijo primogénito, que no tenía aún los veinticinco años, edad reglamentaria para ejercer dicha escribanía, y dado que ese oficio era el único recurso para remediar la orfandad en que quedaban sus dos hermanas menores y su hermano inepto, insiste al tutor que gestione de las autoridades competentes la certeza de dicha sucesión.
La tesorería de Críspulo iba mal, de tal forma que necesitó que su hermano mayor le adelantara su legítima paterna; éste lo hace constar en su testamento, y declara que «cuanto los bienes que quedaron al fallecimiento de mis Padres, como los que he adquirido son propios míos constan a mis hermanos, cuyos bienes si el tiempo tiene ocasión declararé juntamente con los pagamentos que hecho a mis a hermanos don Secundino y su mujer, y a don Críspulo Montenegro por cuenta del  que les toca de la herencia común, y asimismo lo consumiente al disfrute que he tenido de los bienes hereditarios».
Al final, la situación económica de Críspulo continuó declinando y así lo dice en su codicilo: «Mando que cuando suceda el acaecimiento de mi muerte mi cadáver sea sepultado en la capilla de las venditas animas del convento de Predicadores de esta Villa de que soy patrono con sepulcro propio y amortajado con el habito de mi gran patrono Santo Domingo de Guzmán, el cual pido desde luego para ganar las gracias que estas conceden». No obstante, a continuación impugna esa disposición y exige:
«enmendando la cláusula que precede en orden a la mortaja, declaro que esta sea solamente con la ropa interior de mi uso y envuelto en una sabana blanca, descalzo, lo que pido se me haga así para imitar la pobreza de Nuestro Señor Jesucristo y porque mis haberes no me permiten otra cosa, lo que declaro para que conste».
 En otro apartado afirma que en poder de su hermano Pedro se halla una imagen de san Juan Nepomuceno de bulto y un retrato de su hermano mayor, que ambos objetos le pertenecen por habérselas legado aquél, por cláusula testamentaria y ordena a sus hijos que las recojan y les den el destino que les había precisado. El 18 de mayo de 1810 murió Críspulo de Montenegro a los 49 años de edad y su cuerpo fue inhumado junto al de Gervasia de Alayón, su esposa, en el panteón familiar en la capilla de Ánimas del convento dominico.
Dejaron los cuatro hijos que a continuación se expresan: Domingo Eustaquio Ceferino de San Juan Nepomuceno, nacido el 26 de agosto y bautizado el 1 de septiembre de 1787 en la parroquia matriz de La Concepción, apadrinado por Joseph de Montenegro, su tío abuelo. Domingo, que a pesar del insistente deseo de su padre no alcanzó a desempeñar su oficio de escribano público; murió joven y soltero, el 9 de junio de 1823, a los 35 años de edad, y recibió sepultura en la ermita de San Sebastián de La Orotava. Felipa María Gervasia del Sacramento de Montenegro y Alayón nació el 1 de mayo de 1789 y fue bautizada ese mismo día en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. En esa iglesia celebró su enlace matrimonial el 30 de noviembre de 1814 con Luís Sánchez y Sánchez, hijo de Francisco Sánchez Barrios y de Felipa María Sánchez. Rufina María, y  Leandro José Pascual nació el 18 de mayo de 1798 y  murió célibe el 17 de octubre de 1814. El menor de los hermanos, así lo quiso la suerte, era incapaz, y falleció dos años después que su padre, el 17 de octubre de 1814, a los dieciséis años de edad…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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