El amigo del Puerto de
la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (4/12/2016) estas notas que
tituló “CULTURA BELENISTA”: “…Desde el sábado 26 de noviembre 2016 hasta el viernes
6 de enero 2017 se contempló en la Casa Ventoso del Puerto de la Cruz (antiguo
colegio de los padres agustinos) la sexta Exposición de Belenes. Nos
correspondió hacer la presentación con un texto titulado “Cultura belenista” que,
a continuación, reproducimos:
Erase una vez... los niños, bueno: gente de todas las
edades, dirán y escucharán esta expresión de forma abundante durante estos
días. En la tradición popular alude a un pasado antiguo, muy antiguo, y con
ella se anticipa o se imagina un universo mágico y maravilloso, al menos en un
cuento infantil, a base de repetirla... para ilusionar y entretener, sobre todo
para ilusionar. Como la expresión es empleada en muchas lenguas, a lo largo y
ancho del mundo, con su traducción literal o adaptada según las respectivas
culturas, esa ilusión se universaliza.
Estamos ya en esas fechas en las que casi todos
hablamos el mismo lenguaje, el lenguaje de los cuentos, de los símbolos y de
las alegorías en torno a un hito o acontecimiento sin igual. Es el soporte de
la manifestación válida para renovar o prolongar las costumbres, para cultivar
las tradiciones y para dos hechos más: acentuar las creencias y dar rienda
suelta a la creatividad artística o al quehacer artesanal.
En Belén, que significa 'la casa del pan', empezó todo.
En esta pequeña localidad de Palestina, nació Jesucristo, el Hijo de Dios, el
Pan de Vida, el Redentor, el Mesías prometido por Dios desde tiempos remotos.
La profecía de Miqueas se ha ido transmitiendo de generación en generación: “Y
tú, Belén de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades
de Judá, pues de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo, Israel”.
Entonces, se entiende el uso del término belén,
también portal o nacimiento, con los que simbolizar e interpretar el Misterio,
el leitmotiv de esta
conmemoración: se ve al Niño Jesús que ha nacido, recostado en un pesebre, un
recipiente donde se pone de comer a los animales que le sirve de cuna
improvisada. Está envuelto en pañales -se supone que hace mucho frío- aunque la
ternura popular lo representa poco abrigado. Está entre sus padres, la Virgen
María y San José: la Sagrada Familia. Este es el motivo central del belén cuya
representación nos mueve a la contemplación del gran misterio de la Encarnación
del Hijo de Dios.
Se ha transmitido a través de sucesivas generaciones.
Aunque ya se aprecian representaciones de la Virgen María con el Niño en las
catacumbas, fue san Francisco de Asís, en el año 1223, quien promovió la idea
de representar la escena del nacimiento de Jesús utilizando personas y animales
de verdad. Algún autor sostiene que esto le ayudaba a considerar la realidad
del misterio del alumbramiento de Cristo. La iniciativa se afianzó y se hizo
costumbre en la Iglesia, de modo que, hoy en día, en los hogares, en las parroquias,
en sedes institucionales o centros cívicos, en tantos lugares del mundo, se
celebra la Navidad, en un medio ambiente adecuado, diseñando e instalando el
belén.
La conclusión es que estamos ante una saludable y
piadosa costumbre popular: el belén como una recreación artística y plástica,
llena de matices, de las circunstancias y acontecimientos que rodearon el
nacimiento del Hijo de Dios. Esa recreación transmite, entre otras muchas
ideas, la bondad de Dios con el género humano, la paz universal entre los
hombres y entre los pueblos, la unión entre las familias, la concordia y la
humildad. Ayuda al creyente a profundizar en la alegría de la salvación de la
Humanidad realizada por el propio Jesucristo.
En el siglo XXI, entre la pérdida de valores, el
materialismo y otros males de nuestro tiempo, aquellas cualidades cobran más
sentido. Lo escribía esta misma mañana, en una red social, el profesor
realejero Oswaldo Hernández Báez: “Qué extraño todo. Se ve la Navidad como una
posibilidad comercial a lo largo del año. La antítesis de sus inicios. ¿Será
que los mercaderes nos robaron la memoria?”, termina preguntándose.
Tras la descripción general, nos detenemos en esta
Exposición de Belenes, cuyos promotores van forjando una cultura belenista,
exportable, con proyección, otra prueba de la producción creativa y artística
de portuenses enamorados de su pueblo que se esfuerzan, en medio de las
penurias, en acreditar que su quehacer no desmerece; que si se quiere, se
puede; que con empeño, se llega y se logran resultados cada vez más admirables.
Con todo orgullo, la Asociación Cultural Belenista
'San Francisco de Asís' luce ya su título de ingreso en la Federación Española
de Belenistas, aprobado en la asamblea celebrada en Madrid el pasado 12 de
junio. Martín Álvarez es el factótum. Ángeles Morales, su esposa, no le va a la
zaga. Ahí están ellos, erre que erre, trabajando, alargando horas, gestionando
recursos, animando a quienes se suman, haciendo, en definitiva, de todo con tal
de que la exposición, la gran referencia de las celebraciones navideñas y de
año nuevo portuenses, mejore, gane en calidad y haga las delicias de gente de
todas las edades y de toda condición social.
Recuerden: érase una vez, Martín Álvarez, y sus afanes
cristalizaron en la ilusión de creadores sensibles y pacientes y de miles de
niños y adolescentes.
Su dedicación y su ánimo perfeccionista nos traen en
esta ocasión la secuencia de siete dioramas que se puede contemplar en el que
fue salón de actos de este antiguo colegio. La Anunciación, la posada, el
nacimiento, la anunciación de los pastores, el castillo de Herodes, el mercado
de Belén, la huida a Egipto y el pueblo de Belén componen esa secuencia del
panorama en el que lienzos transparentes pintados por ambas caras permiten, por
efectos de iluminación, ver en un mismo sitio dos cosas distintas.
El icodense Maxi Fuentes, un excelente marquetero, nos
ofrece, en la misma sala, con el grupo Taller de la Asociación, una renovada
composición de belén hebreo en la que destaca la utilización del espacio
arquiectónico.
En las otras salas, antiguas aulas, la familia Afonso
Armas y Roberto Torres González reflejan en el esmero con que hay que tomarse
este tipo de confección, sobre todo, como es el caso del segundo, cuando hay
que valorar las centenarias figuras de los Reyes de Oriente. Igual ocurre con
el ajuste de los elementos que luce el profesor de Bellas Artes, natural de
Guía de Isora, José María Mesa Martín.
Hasta llegar al belén napolitano en el que Martín y
Ángeles vuelcan su versátil meticulosidad artística para completar veinte
metros de longitud que condensan la composición que es... una auténtica joya.
Luis Dávila, con sus mezcolanzas e interpretaciones
curiosas, aporta, en la última sala, ese buen gusto que siempre cautiva.
Unas breves palabras explicativas para acercarnos al
belén napolitano, ubicado en la antigua capilla del centro. Este belén
representa la época medieval de Nápoles,
donde se observan las costumbres de ese entonces, pero también la llegada de
los reyes para adorar al niño. Para realizar este belén los autores han tenido
que conocer la historia de Nápoles, cómo era el día a día en la ciudad y saber
cómo se vestían los ciudadanos.
El belén napolitano es el más llamativo. Las figuras
del mismo pertenecen a la realización y proyecto de un nacimiento compuesto por
278 personajes. Son de terracota, es decir, cada personaje está hecho de
arcilla modelada y endurecida al horno. Todas las piezas proceden de Nápoles.
Explica Álvarez que fue en la ciudad italiana donde compraron los pies, la
cabeza y las manos de las figuras. “El resto del cuerpo -dice- lo hacemos en el
municipio con vergas y estropajo. El diseño de los trajes y la pintura de las
figuras están confeccionados a mano por nosotros. Los zapatos los hacemos de
cuero y los ojos son de cristal”.
Esta detallada descripción sirve para contrastar la
meticulosidad de quienes han ido incorporando nuevos personajes y nuevos
elementos para proporcionar más lustre y realce a esta auténtica obra de arte
de la que se sentiría orgulloso, el mismísimo Carlos III que impulsó, allá por
el año 700, la costumbre de instalar el belén fuera de las iglesias para así
adornar las estancias de los palacios de la nobleza napolitana. En este
clásico, un precioso testimonio de usos y costumbres, las escenas representadas
reflejan, en un contexto de religiosidad, decepciones y esperanzas,
expectativas e ilusiones.
Ilusiones que se van a mutiplicar a partir de ahora,
como señalamos al principio, érase una vez..., cuando surquemos el túnel del
tiempo para responder a tantos por qué, para establecer semejanzas, para
delimitar los pretéritos y para intentar hacer comprender que la vida,
entonces, distaba mucho de la visión mercantilista que ahora predomina.
La exposición, para acabar, es una muy sólida
contribución a esa gran aspiración de los promotores: lograr que el belenismo
sea considerado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte
de la UNESCO. Son ocho siglos de historia y tradiciones. Son millones de
personas prolongándolas y renovándolas.
Si se consigue, este esfuerzo de portuenses, allegados
y amigos, reunidos en torno a la Asociación Cultural Belenista y forjados en la
entusiasta e inagotable cultura del belenismo, será tenido en cuenta y se dará
por muy bien empleado.
¡Enhorabuena y mucha suerte!..”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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