jueves, 14 de diciembre de 2017

TENERIFE Y MADEIRA EN EL SIGLO XVIII



Fotografía referente a Sir JOHN BARROW (1764 - 1848).

El amigo de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ. Graduado en Historia por la Universidad de la Laguna, remitió entonces (18/12/2016)  estas notas que tituló; “TENERIFE Y MADEIRA EN EL SIGLO XVIII”.
Publicadas en LA OPINIÓN DE TENERIFE el día 17 de diciembre de 2016: “…La presencia de John Barrow en Canarias tendría como resultado un testimonio de interés para conocer el estado de nuestro territorio a finales del siglo XVIII. La obra objeto de nuestra atención, publicada en el año 1996 en la colección A través del tiempo, cuenta con un estudio preliminar de Manuel Hernández González y traducción de José A. Delgado Luis, teniendo como origen “la incompleta y anotada traducción francesa del Viaje a la Cochinchina”. John Barrow, sería catedrático de Matemáticas y un notable explorador, ofreciendo el profesor Hernández González interesantes datos biográficos para comprender su trayectoria.
Inicia el documento afirmando que “el trayecto de Madeira a Canarias es generalmente tranquilo y agradable”. Relata el aspecto y la evolución histórica de la bahía de Santa Cruz de Tenerife a su llegada. No dudaría en recomendar lo siguiente: “Si en el futuro se llegara a considerar la ocupación de Tenerife como algo útil para Inglaterra (aunque confieso que no le he visto ninguna importancia), el plan más razonable sería desembarcar una compañía de tropas en el Puerto de la Orotava, por donde se exporta la mayor cantidad de vino y en donde las obras de defensa son demasiado débiles para oponer una resistencia seria”. En torno a la ciudad tinerfeña, refleja que Madeira le supera en atractivo, aunque matiza que Tenerife es similar a Funchal en su aspecto. En Funchal, observaría “posadas, tabernas, tiendas y en las calles reina un cierta ruido”. Por su parte, en la capital tinerfeña “las casas están cerradas, excepto por la mañana y por la tarde, apenas se ve un alma viviente por las calles y sólo los pescadores y los mozos de cuerda llenan el muelle”, pudiendo generar esa imagen sobre el extranjero la sensación de que “una epidemia ha ejercido allí recientemente sus estragos”. En Santa Cruz encontraría una posada de la que apuntaría una imagen “si no de la pobreza, sí al menos de la indolencia”. La ciudad de La Laguna sería su siguiente parada. Observaría un entorno con casas de mayor tamaño, calles anchas, espacios religiosos como conventos e iglesias y la presencia de un entorno “aún más triste y desierto que Santa Cruz”. Desde allí, retomaría su camino con destino al Valle de La Orotava, observando con satisfacción el paisaje que se dibujaba ante sus ojos. No dudaría en mostrar su admiración ante la imagen de El Teide. Acto seguido, la ciudad de La Orotava es objeto de su atención. Apunta que en el lugar residían algunos de los señores más importantes de la isla, anotando algunas características asociadas a sus infraestructuras más destacadas. Relata su ascenso al Pico del Teide y las incomodidades para efectuar tal acción. Al parecer, los guías que encontraría en La Orotava le recomendaron que no era la época más apropiada para realizar el ascenso, negándose algunos a acompañarle. El viaje sería toda una odisea. El ascenso, se realizaría en la compañía de dos arrieros y un solo guía hasta la cima del Teide. Sin embargo, también le abandonarían los arrieros al ser conscientes de la peligrosidad del proyecto. Regresarían finalmente a La Orotava en medio de una terrible tempestad. Continuaría con sus comparaciones entre Tenerife y Madeira; registrando que los habitantes de Tenerife guardan ciertas similitudes con el carácter de la isla portuguesa. Sin embargo, matiza que “cuidan menos el cultivo de las viñas y la preparación de los vinos”. Asimismo, apunta las diferencias respecto a los hábitos, costumbres y vestimentas de la población campesina y la clase alta. De forma tajante, muestra que las Islas Canarias se encuentran “desprovistas de buenos puertos para ser de extrema importancia política o naval para cualquier potencia”.
En definitiva, el viaje de John Barrow nos muestra algunas consideraciones respecto a las Islas Canarias y su comparación con Madeira en el contexto del siglo XVIII…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario