martes, 9 de enero de 2018

DON DOMINGO PÉREZ BETHENCOURT UN EJEMPLAR PROFESOR EN EL RECUERDO



En la mañana del sábado cinco de Febrero de 1994, cuando disfrutaba de un fin de semana sistemático, lavando  mi  automóvil en la estación de servicio de mi hermana Lola en el Puerto de la Cruz, mi otra hermana Fina me comunica telefónicamente el triste tránsito de un hombre complaciente  de la Villa de La Orotava, profesor ejemplar de muchas generaciones, licenciado en Ciencias Químicas Don Domingo Pérez Betancourt.
Le conocí como a todos mis profesores del bachillerato, en los salesianos de La Orotava, daba clase de Química y  Física, y de él y su didáctica guardo imborrables recuerdos. Acontecimientos que justificamos veinte y cinco años después  de graduarnos en bachiller superior, con la efemérides de las Bodas de Plata de nuestra promoción salesiana, en la que volvimos a reencontrarnos en los pupitres melancólicos de antaño, recibiendo evidentemente de nuevo la fraternal enseñanza de Don Domingo sobre la composición del ácido sulfúrico (SO4H2 )
Primero te llamábamos Don Domingo, después en la madurez, cuando compartíamos la profesión, ya te llamamos Domingo. Por último, siempre te decíamos Domingo, recuerdas aquellas tertulia en la placeta de Franchi Alfaro con Fernando Oliva, hablábamos de todo, de lo de antaño y de lo de hoy, la discusión era nuestra principal anécdota, hasta que un día apareciste quejándote de algo. Y esto fue el inicio de lo que nunca pensamos, ni nos imaginamos. Una indisposición angustiosa que respetamos de manera filosófica.
Domingo te fuiste de nuestro lado para siempre, no podré olvidar aquellas tertulias en el Llano, todavía me estoy acordando que te tengo que sacar fotocopias del antiguo y desaparecido semanario "Canarias", donde se publicó tu boda en la catedral de la Laguna, donde se publicó tu nombramiento como presidente de la laureada Sociedad del Liceo Taoro, creo que tendré que hacerla para mandártela al prodigioso paraje eterno, al paraje donde, tú has ido , al desparpajo en el que convive el veraz reposo, el reposo de la paz y de la concordia.
Aquí dejó entonces a una mujer maravillosa, una paradigma dama, auténtica profesora como tú, trabajadora del sacrificado oficio de la docencia, ella, Doña Berta Hernández Gutiérrez, para mi Doña Berta como cariñosamente le llamamos (ya está con él arriba). Con ella estuvimos hasta tu despedida en tu casa de Nicandro González Borges, en tu querida morada, en la que un día me enseñaste tu colección de objetos antiguos. Creo Domingo que tu manceba señora guardó celosamente tu fingido hogar simultáneamente con tus hijas; Rita, Berta y Margarita, que no podrán olvidarte.
Domingo espero que tenga en la eternidad aquella aula salesiana, donde aprendimos de ti las composiciones químicas, donde aprendimos a ser hombres, a respetarnos y sobre todo a coexistir en paz y fraternidad, no olvide que todos tu alumnos te quieren, desde los salesianos a Icod de Los Vinos y desde Villalba Hervás a tu propia mansión de la histórica calle "Verde" de La Orotava.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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