viernes, 16 de marzo de 2018

EL TROMPO Y EL YO YO



Estampas,  de los juegos infantiles de aquella época romántica de la década de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo XX: los carros de verga, carros de latas de sardinas, el boliche, la viruta, la piola, la pelota de papel y de hoja de platanera, el balón de fútbol con tira, los aros femeninos, carritos de pencas, el salto a la soga, el escondite etc., entre ellos me llaman la atención el trompo y el Yoyo.
El primero, como arte, un juguete totalmente surrealista con una gran historia, que de niños jugábamos en las calles, plazas e incluso en los recreos de nuestros colegios.
La magia, el arte, la imaginación, jugábamos con precisión de lanzarlo, recogerlo, girarlo en nuestras manos de la una a la otra, y el Trompo se mantenía siempre firme en nuestros quehaceres diarios.
Con el segunda nos distraíamos, para vencer los nervios, cuando presenciábamos y partido de fútbol, o de baloncesto, o bien preparábamos un examen de curso.
El Trompo es un juguete consistente en una peonza acompañada de una cuerda. Enrollando la cuerda alrededor del trompo y tirando violentamente de uno de sus extremos a la vez que se lanza el conjunto contra el suelo, se consigue que el trompo rote sobre su punta, manteniéndose erguido y girando en el suelo.
El origen del trompo es más bien incierto aunque se tiene conocimiento de existencia de peonza desde el año 4.000 a. C., ya que se han encontrado algunos ejemplares, elaborados con arcilla, en la orilla del río Éufrates. Hay rastros de trompos en pinturas muy antiguas y en algunos textos literarios que citan el juego. Así, es mencionado en los escritos de Marco Pocio Catón el mayor, 234 - 147 a. C., político e historiador romano. Además, el trompo aparece en los escritos de Virgilio, destacándose en su obra Eneida (siglo I a. C.). De la misma forma, se han hallado trompos pertenecientes a la civilización romana. En el Museo Británico se conserva resto más antiguo del mundo, una inscripción exhumada en Beocia, cerca de Tebas, fechado en el 1250 a. C. en la que un niño ha dedicado al Dios Zagreo gran número de juguetes, entre ellos un trompo con su látigo (stróbilo).
A Platón le servía como metáfora del movimiento y Aristófanes se confesaba aficionado al trompo. El poeta romano Ovidio (43 - 17 a. C.) también menciona el trompo en sus poemas, Aulus Persius Flaccus (34 - 62), otro poeta romano, decía que "en su niñez tuvo mayor afición al trompo que a los estudios".  En el curso de unas excavaciones realizadas en Trova fueron encontrados unos trompos hechos de barro y otros ejemplares han sido desenterrados en Pompeya.
Los romanos y los griegos tenían este elemento como juguete, de igual manera las culturas de Oriente, China y Japón, quienes fueron los artífices de su introducción en Occidente. En Japón, adultos y niños juegan al trompo convirtiendo este aspecto lúdico a un verdadero arte y de esta forma ejecutan numerosos espectáculos, de entre los que destaca aquel en el que, justamente después de lanzar el trompo, lo recogen con una lienza y para hacerlo bailar en la palma de las manos o en paletas dobles pasando de una a la otra e incluso en ambas caras de la misma o en la hoja de un sable hasta terminar bailando en la punta.
El Yo yo, Está formado por un disco de madera, de plástico o de otros materiales con una ranura profunda en el centro de todo el borde, alrededor de la cual se enrolla un cordón que, anudado a un dedo se hace subir y bajar alternativamente. Se maneja el disco mediante sacudidas hacia arriba y hacia abajo.
Existen un centenar de trucos con nombres curiosos que se pueden realizar con él, entre ellos la "vuelta al mundo", el "fuego atómico", la "bala de plata" y "el kamikaze".
Fue inventado en Grecia, donde se ha encontrado la imagen de un joven jugando hacia el siglo V a. C.
Se han encontrado evidencias de la existencia del yo-yo entre 1386 y 1644 durante la dinastía Ming (China). La versión china consistía en dos discos de marfil con un cordón de seda arrollado alrededor de su eje central.
Hacia el siglo XVIII era conocido en la India. El juguete comenzó a ser famoso en Europa hacia el año 1700, donde fue adornado suntuosamente y pintado con dibujos geométricos, a fin de que su rotación creara efectos hipnóticos.
Los soldados de Napoleón (principios del siglo XIX) lo usaban como entretenimiento en su tiempo libre entre batalla y batalla.
Lucky Meisenheimer, autor de Lucky's collectors guide to 20th century yo-yos - History and values, afirma que la idea de que el yoyo fuera un arma es un concepto popular pero inventado.4
El 20 de noviembre de 1866, James L. Haven y Charles Hettrick, de Cincimati firmaron la patente estadounidense, la primera otorgada a un filipino, sobre una «construcción mejorada de un juguete, comúnmente llamado bandelore».5
Sin embargo, el yo-yo permaneció en relativa oscuridad hasta que en 1928 un filipino-estadounidense llamado Pedro Flores abrió la fábrica Yo-yo Manufacturing Company en Santa Bárbara (California). La empresa comenzó fabricando una docena de modelos del juguete. Pero un año después, en noviembre de 1929, Flores tuvo que abrir dos fábricas más, en Los Ángeles y Hollywood. Ocupaba a 600 trabajadores y producían 300 000 unidades diarias.
En 1930, el estadounidense Donald Duncan compró las fábricas de Flores.
En los años sesenta aparicieron las empresas de juguetes Plastimarx e Impala, que producían este juguete, así como empresas multinacionales, como Flambeau Products Corporation (dueña de la marca Duncan), así como la empresa Jack Russell, que promovía a la empresa Coca cola en todo el mundo.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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