lunes, 19 de marzo de 2018

LA EBANISTERÍA DE LA VILLA DE LA OROTAVA DEL FINAL SIGLO XIX Y PRINCIPIO SIGLO XX



Un pueblo que no cuente con centros donde la juventud pueda cultivar y desarrollar sus aficiones artísticas, podrá ser un pueblo más o menos importante, más o menos culto. Pero no hay duda de que es un pueblo que le falta algo esencial para completar su formación intelectual. Doloroso es descubrir las propias faltas; pero no reconocerlas es en fin de cuentas, una inútil puerilidad que nada práctico conduce. Por eso hemos creído preferible siempre exponer claramente los defectos que adolecieron en La Villa de La Orotava al principio del siglo XX; consiguiéndose que aquellos se corrigieran o se lograra interesar a las personas a quien competa en un sentido útil determinado, el pueblo se benefició y la Orotava cumplió con su deber, con lo cual se sintió plenamente satisfecha. Eso se pudo observar en el grato contraste que ofrecía la Academia Municipal de Dibujo, bajo la dirección del  profesor Don José María Perdigón, que a través de los años y con una constancia y voluntad ejemplar, se logró poco a poco imbuir en la conciencia de sus alumnos un gran interés y amor al arte del dibujo, del que muchos sacaron utilidad y provecho, sobre todo los que siguieron el aprendizaje de los oficios de carpintería, ebanistería, tapicería, barnicería y albañilería, oficios en los que es imprescindible la delineación como complemento, o mejor, como  base de donde parten.
La Orotava al final del siglo XIX cuenta con el taller - escuela del artista don Nicolás Álvarez  autor de la parte superior del púlpito de mármol de origen italiano de La Concepción y de la construcción del Mausoleo de la Quinta Roja según diseño del arquitecto Francés Adolfo Coquet y del Kiosco Mudéjar de la Plaza de la Constitución, hermanos e hijos, en la calle El Agua(Tomás Zerolo), trasera del callejón El Loro(Barranquillo Araujo). En esa escuela se forman los que iban a ser grandes maestros en el arte de la noble madera, los hermanos Ananías y Eustaquio Hernández, que posteriormente se independizan montando su propio taller en la calle de Las Monjas o del Hospital (Cólogan). El primero se queda como capataz, debido al apuntamiento de su mano izquierda en el antiguo Hospital Civil de Tenerife del barranco Santos, por los doctores; Fernández, Bethencourt, Sánchez y Rodríguez y el practicante Sr. Hernández. Accidente producido el día 26 de noviembre del año 1914, en una maquina cepilladora del taller de los Sres. Álvarez, en la que se tinturó completamente la mano izquierda. Otros artesanos salidos de la gubia del mismo taller se instalan por su cuenta montando su propia escuela. El Sr. Facundo Martín Lemus (padre de los hermanos; Segundo, Isabelino y Néstor) y su hermano Joaquín monta su industria en la calle Viera. Isidro Cruz y Eustaquio García colocan su escoplo primero en la calle Cólogan donde tuvieron los hermanos Hernández y posteriormente en la calle El Calvario. Y por ultimo Juan Betancourt (conocido por Juan Benigna) abre su propio taller en la calle el Agua y una ferretería en la misma calle esquina con la calle de La Iglesia, que posteriormente traslada a la calle el Calvario.
En la villa Arriba concretamente en el Barrio del Farrobo, en las cuatro esquinas por encima del templo parroquial de San Juan Bautista, estuvo la carpintería y ebanistería de Adolfo Padrón y de Julián Ananías Hernández Pérez, al final se separaron se quedó con el taller Julián Ananías que posteriormente fabricó uno nuevo en el Barrio de La Candelaria El Lomo y Adolfo Padrón se fue a su taller de la calle Castaño (actual Domingo González de Chaves y García).
Pero el talante del arte de la madera se consolida con la implantación por parte del Ayuntamiento de La Academia Municipal de dibujo, que tenía gran número de alumnos del gremio de carpintería que ocupaba totalmente los pupitres, agrupados en distintas secciones, unos manejaban el tiralíneas, otros sombreaban los dibujos de adornos y algún que otro tratando de volver la blancura y nitidez a la cartulina donde un descuido o la insuficiente pericia dejaba un trazo mal hecho o una sombra mal dibujada. En un extremo de la mesa, un pequeño con tenacidad y paciencia trata de enderezar la nariz rebelde de un mayestático personaje de la antigua Grecia y otro se empeñaba en disfumar una nube que inadecuadamente se posó en el ojo de una dama de aristocrático. En un rincón aparte varios jóvenes  con las manos embadurnadas de barro, unos, de yesos, trabajaban afanosos en modelado y vaciado, otra de las distintas actividades que en la Academia se practicaba. Había también un grupo que se dedicaba a trazar planos, bien copiando de los modelos o de propia imaginación. Los novatos, en cuyas manos poco hábiles aún vacilaba el lápiz, se entretenían en trazar líneas a pulso y dibujar figuras geométricas con el tiralíneas.
La Academia Municipal de Dibujo de La Villa de La Orotava, se había fundado en el año 1.923, y en el mes de Julio, fue creada siendo Alcalde de La Villa don Agustín Hernández y Hernández, nombrándose profesor de la misma, al Sr. Perdigón, cargo que desempeñó con la suficiente eficacia, con voluntad y entusiasmo de su gran afición al dibujo, y su deseo de servir en lo que él pudo al pueblo orotavense, precisamente hasta su muerte, acaecida en la Orotava en el final de la década de los años sesenta. Esta escuela en principio se fundó con el nombre de “Academia Municipal de Dibujo”, para obreros e hijos de obreros. Antes se había pensado crear una escuela de Arte y Oficios, pero la entonces situación económica del municipio no le permitía por ser muy elevado el costo que una escuela de esta naturaleza suponía.
Eso no pasó de ser una ilusión, tal vez irrealizable. El ambiente artístico de La Orotava, dejaba mucho que desear, no, porque entre aquella juventud no había afición por el arte. Evidentemente aquella juventud no se hallaba donde desarrollar su inteligencia, ni sus habilidades. No solo del pan vivía el hombre y que a lo prosaico de la vida hay que añadir, para hacerla más llevadera, las demostraciones del espíritu, fue indudable que las aspiraciones  del Sr. Perdigón debían tener pronta y palpable realización. Si La Orotava, para conseguir que la idea de la primitiva Academia de Dibujo, se completara, tendría que reforzar los pobres razonamientos con argumentaron lo irrebatible. Todos estos hombres iban a ser en el día de mañana artistas y operarios, unos más y otros menos, según su capacidad y constancia, aprovechaban estas enseñanzas, de las que se derivaron una mejora en el aspecto artístico y profesional. Tanto es así que de la Academia Municipal de Dibujo, salieron todos los grandes artesanos y ebanistas de nuestra Villa.
Un pueblo sin tales cimientos, sin tal columna vertebral, es construcción proclive a desmoronarse o masa de puro protoplasma sin un carácter figurativo concreto. Como una persona sin memoria sin recuerdos, que jamás podría dar razón de su propia identificación. Parte importante de esa intrahistoria son los personajes que de forma arquetípica han servido a la comunidad, con la tradición que sus iniciativas supieron crear y fomentar, con la impronta que en ella marcó su acción desinteresada. La academia fue la influencia artística de una familia. Porque cuando una labor tan fecunda como la desarrollada por la familia Perdigón, se prolonga durante tantísimos años; cuando un quehacer artístico tan significado se transmite, constituyéndose en admirable obra de continuidad, no cabe la menor duda, de que produce una indiscutible influencia en el medio, que condiciona y contribuye al enriquecimiento de éste. Por eso tenemos la firme creencia de que la inquietud estimulante, de que la sensibilidad despertada, o sostenida a través del tiempo por los miembros de esta ilustre familia, fue en su día factor decisivo para la fundación de la escuela artesana de la noble madera villera. El ex – catedrático de la Complutense madrileña don Jesús Hernández Perera, refiriéndose a la valiosa producción artesanal, elaborada por los activos talleres de ebanistería y carpintería artística de la Villa, afirmaba que, en la precisa creación del diseño, no ha dejado de constar, lo mismo que ha ocurrido en los tapices y corridos florales de las fiestas del Corpus, la labor tan callada como eficaz de la benemérita Academia de Dibujo, de la que nunca serán suficiente cuantos elogios se reiteren para su ejemplar trayectoria.  El pueblo de La Orotava siempre vivió libre, nunca pensó en que nadie pudiera arrebatarle esa cualidad y privilegio que el orotavense ha disfrutado desde el mismo momento que Dios-Hombre, Hijo de Dios, libertaba a todos los hombres desde el madero santo de la Cruz en el Calvario.
Exponer a continuación la relacionan de los alumnos matriculados en la Academia de dibujo en el año 1.923, que con posterioridad muchos de ellos iban a ser los maestros de las escuelas de carpinterías, tallistas y ebanisterías de la Orotava: Alejandro Calzadilla, Jerónimo Carrillo, Cándido González Pérez, Sebastián Regalado, Francisco González, Agustín Baeza, Luis García, Antonio Acosta, Maximiliano Delgado, Antonio González, Lorenzo Hernández Armas, Jesús Bautista, Antonio Bautista, Agustín Rodríguez, Tomás González, Ramón Bautista, Jesús Hernández, Pedro García, Ramón Gutiérrez, Manuel García, Francisco Dorta, Francisco Hernández, Isaac Valencia Pérez, Ricardo Torres, Melchor García, Gaspar Martín, Luis Diego Cuscoy, Juan Vega, Eulogio García, Manuel Machado, Eloy Martín Fernández, Rafael Hernández, Federico Hernández, Melchor Escobar, Jesús Machado, José Hernández, Gonzalo Trujillo, Agustín Regalado, Jesús Rodríguez, Hermengaudio Polegre, Pablo Peña, Salvador Vela, Alfonso Pérez González, Ignacio Pérez González, Rafael Álvarez, Heriberto Linares, Sebastián Ojeda, Francisco Rodríguez, Cristóbal Rodríguez, y Francisco Delgado. 
El ebanista villero don Eustaquio Hernández, artífice de los nobles muebles clásicos decorativos del Hotel Taoro del Puerto de la Cruz, trasladado posteriormente al Parlamento Canario. Monta una nueva industria en la calle el Agua con el entonces joven ebanista Isaac Valencia Pérez, que perteneció a la escuela de Cruz y García y ya se había independizado en su propio taller de la Cruz del Martillo. Al final deciden emprender cada uno por su cuenta distinto caminos, don Isaac se queda en la calle El Agua y monta su propia escuela. Don Eustaquio crea un nuevo taller en el callejón El Loro (Barranquillo Araujo) con dos nuevos socios; Don Esteban Delgado y don Jesús Morales y su hijo Lorenzo Hernández Armas. Hay que venerar los esfuerzos de unos maestros, que sobresalían en el arte confeccionado honradamente con menesterosos materiales que tenían a su alcance, y que en la actualidad son joyas del pretérito, que la Villa de Arriba, concretamente el Farrobo fue habita de muchos talleres de ebanisterías, por el ejemplo lo que se encontraban en la calle La Canal (Marques de Celada) regentado por maestro Agrícola (conocido por El Sacristán) y su hermano Paco encargado de confeccionar las cajas para los difuntos. En la Villa Abajo concretamente en la calle La Paloma esquina con la calle Viera el taller de maestro Domingo Burgos con maquinaria artesanal de material de madera construida por el mismo. Y en el llano de San Sebastián en la portada del antiguo hospital de la Santísima Trinidad, el futbolista del UD. Orotava Monago y su cuñado y posteriormente maestro Pancho conocido por Pancho Barranco que construía muebles estándar para una empresa santacrucera. Sin embargo, el pueblo orotavense si ha sabido conservar en buenas condiciones la joya más preciada dotada de los antepasados, su hermoso casco histórico, que hoy como ayer sigue custodiado por el majestuoso padre Teide, mientras que en el horizonte se vislumbra el gran océano Atlántico. La Orotava y su casco histórico forman un todo perfecto e inseparable. La Orotava se ha convertido en fuente generadora del arte para este pueblo y para todo Tenerife, por lo que los orotavenses no debe bajar nunca la guardia en todo lo que respecta a su mantenimiento en optimas condiciones para disfrute de todos, locales y foráneos, por encima de cualquier otra clase de intereses, y todo ello con el honor de que se conserven sus grandes casonas señoriales, sus templos, sus conventos, sus calles y sus acueductos. Claro está que, la imparable especulación urbanística que forzosamente acompaña a todo fenómeno de desarrollo, unido a la siempre deseable mejora en las condiciones de vida, ha tenido como consecuencia la desaparición de casi medio Valle de verde esplendor por eminencia, así como algunas construcciones típicas, que se hallaban en el histórico casco villero, y que lo hacía más atractivo, que como lo observamos hoy, transformándose la Villa en un núcleo con mezclas de construcciones modernas y clásicas de antaño. Maestros como Victoriano Martín Raya, Melchor González Suarez, Urbano Sosa, Adolfo Padrón, Ángel Martín Trujillo de la escuela Cruz y García y Gregorio Mesa, Benjamín González Pérez, Matías Hernández y Isaac Quijada de la escuela de don Juan Bethencourt, los que se quedaron en la industria de los Sres. Álvarez; Maestro Domingo Delgado(Febles), músico - compositor, Pedro Martín el Flauta, Tomás Escobar, hermanos Juan y Pablo Hernández (Posteriormente taller propio, calle Alférez Provisionales), Ángel Baute (Taller propio calle El Cantillo con sus hijos), Antonio Coronado, Pedro Hernández (El Polvorín), Antonio Morales e hijo, Víctor García, Narciso Pérez, Juan Jesús Coronado, Antonio y su hijo Arnoldo(Taller propio en la huerta Castaño) y Juan García(Vital).  Los barnizadores Manuel  Regalado, Juan Regalado, y Antonio Delgado del taller García y Cruz. Los Tallistas Liborio Valencia, Manuel (Taller propio en los Cuartos) y Juan Pedro Escobar (Alfombrista y taller propio en la calle San Juan), Eladio Luis Valencia, Leonardo Ruiz (Alfombrista y taller propio en los Pinos) y José Antonio Hernández (Taller propio en el Risco Caído). Los tapizadores Pepe Hernández (El redoblante), su hijo José Hernández Quevedo (Maestro de maestro), hermanos Calzadillas, todos ellos dejaron mucho que desear. Pero en la Villa destacaríamos a tres hombres importantes en el arte de la madera, un maestro de una iniciativa impresionante en el trajinar de la noble madera don  Eustaquio Hernández. Y dos maestro eruditos llamado del último reemplazo; don Isabelino Martín Pérez (Dibujante y alfombrista) considerado como el mejor en todos los conocimientos del dibujo; teóricos y prácticos y por ultimo don Victoriano Martín Raya (Alfombrista y carretero de San Isidro) como el mejor maestro de ebanistas por sus facilidades técnicas.  
Un museo de muebles de artesanía en La Villa de La Orotava es necesario y decisivo, debido a acentuar una producción relacionada con los trabajos de la madera, y la oportuna afirmación de los acreditados provechos de nuestros resignados artesanos, que precisan rebrotar la sobriedad de antaño, en nuestra querida Villa.
El museo, ojalá ocupe una gran mansión a conservar,  sin lugar a duda debe de ocuparse mayoritariamente del ámbito constructivo referente al histórico mueble de artesanía. Acerado, ensamblado, chapeado, coligado y combinaciones diversas de partes móviles y desmontables, así como en marquetería y barnizado, completando lo que acerca del particular se ha dicho.
Los muebles de La Orotava han viajado a distintos lugares del archipiélago Canario, especialmente a Las Palmas y La Palma, Inglaterra o Alemania, pero principalmente a la Península y Venezuela. El orgullo del hombre orotavense está garantizado, muebles que generación tras generación se mantienen vivos, constituye sin duda un motivo de satisfacción.
La Orotava es cuna de artesanos de la madera, del dibujo, de la talla, de la ebanistería, de los torneados o de los relieves inspirados en diversos estilos. La industria de la madera está consolidada y de gran tradición, traspasadas de padres a hijos o simplemente empleados que ávidos por constituirse en empresarios han sido capaces de mantener un arte aprendido e introducido en el hombre desde su más temprana edad.
Es necesario que se plasme en la Villa una gran cooperativa de maestros carpinteros, así me lo atestigua mi ex compañero de docencia del Instituto de FP. De La Orotava(I.E.S OROTAVA MANUEL GONZÁLEZ PÉREZ), el profesor de dibujo y arquitecto técnico Paulino Padilla. Deseo comunicar a los lectores, que, en el curso académico 1993 - 1994 se graduaron los tres primeros Técnicos Especialistas en Muebles y Diseños de la Madera.
Esta rama está especializada concretamente en el empírico croquis del listón, que reivindicaban los orotavenses desde hace muchísimos años, para no empalidecer su histórica costumbre, que últimamente se encuentra mermada por inobservancia de técnicos especialistas. Entre los graduados del instituto villero, se encuentra un artesano que heredó de su progenitor el arte en la noble madera. Este hombre conocido por Adolfo Padrón Pacheco, debería ser el prototipo de todos los que deseen continuar con los talleres artesanales, que tanto ha costado gozar a antepasados.
Un museo de muebles de artesanía tiene un singular interés para la familia orotavense, ya que a través de ella se suele regresar al lugar que ocuparon los pasados, pioneros de estas exposiciones, y de la cual se aprende todo lo que se sabe y ahora se debe de exhibir con orgullo.
Efectivamente es necesario la creación de una gran Cooperativa, porque la cooperación es un humanismo, una cultura, que parte de  -un debe ser-,   que es el punto de partida para una pedagogía y para llevarla a cabo hay que movilizar muchos y variados medios, empezando por los financieros que, en buena parte, hay que destinar a este bien.
Don Alfonso Trujillo Rodríguez, decía que la arquitectura Canaria, ha sido más obra de carpintero que de arquitectos. Está demostrado que en la arquitectura intervienen condicionamientos climatológicos y ambientales, de paisaje y de materia prima. Pero, de lo que parece haber sido una imposición de la naturaleza y una exigencia de medios, ha surgido toda una tradición artística que, ya desde nuestra arquitectura -artesonados, balcones-, a través de nuestros imagineros, hasta los realizadores anónimos de nuestro mobiliario. Y la tea resinosa, o el veteado castaño, o el solicitado barbusano, han sentido en La Villa de La Orotava la caricia de manos suprasensibles que se han transformado en gubias silenciosas.
Las exposiciones de Muebles de artesanía, celebradas en la Sociedad Cultural Liceo Taoro, han contado con un policromo e intenso programa, en el que han participado unas veintenas de artesanos de La Orotava, exponiendo en sus elegantes salas sus últimos trabajos de ebanistería, de gran nobleza y variados estilos de época, como el hispano-portugués, ingles, colonial canario, francés, imperio, Luis XV, versalles y Reina Ana. Elaborados con madera de ébano. Cajas de Cedros, muebles auxiliares, herramientas de trabajos, sillas victorieras, sofás, talla en relieve y bajorrelieve, balaustre y arranques de escaleras.
El arte, y la comodidad, así como las normas de las más eficaz e higiénica construcción, que con el mobiliario en general se refiere, tienen sus más fieles seguidores en estos auténticos artistas de la carpintería, que se han ganado una justa y reconocida fama, no solo en la isla, sino en la provincia y en general en todo el archipiélago.
Los carpinteros orotavenses, paladines de esta modalidad industrial, cuya categoría es de primera fila entre sus similares de la isla, como puede comprobarse en todo momento, en sus magníficas y perennes exposiciones de muebles de todos los estilos Luis XV, rococó, colonial, y Chippendale. La maquinaria moderna, así como el personal especializado hacen que su producción sea excelente, inmejorable presentación y de diversos precios; todos ellos en consonancia con las posibilidades económicas de su numerosa clientela, que pueden adquirir desde el mueble más económico   - siempre presentado con depurado gusto -   hasta el más costoso, en que el material empleado, así como su ornato en general, responden a todas las exigencias.
En una exposición se debe demostrar el progresivo trabajo de nuestros artesanos a pesar de los momentos de crisis actuales.
Nuestros carpinteros forman un gremio unido en su profesión. Así en los ratos de ocio cultivan, con aprovechamiento singular, la música, formando entre ellos una numerosa y bien conjuntada banda. Esto le honra sobremanera y nos prueba que el aliento artístico se mantiene en todas sus actividades y que, junto con el afán de hacer cosas útiles y provechosas, está la motivación artística y el gozo de practicarla. Las iniciativas en este sentido han sido muchas, desde organizar actividades culturales y de entretenimiento, así como religiosa.
En La Orotava se trabaja las más nobles maderas, desde la tea y el barbusano de los montes vecinos al cedro y la caoba foráneas. En nuestros talleres pueden admirarse las más diversas formas y estilos. Desde el español y el llamado   - popular canario -, hasta los codiciados Luis XIV y Luis XV. Y sobre todo, los diseños ingleses. Como Cádiz, como Menorca, somos deudos del gran país. Porque en La Orotava, se reproducen esos mismos estilos. Y las sillas victorieras, casi olvidadas de sus patrones originarios, para entrar, a través del ajuar de las novias.
Es importante simbolizar al desaparecido Álvaro Martín Díaz, el popular Almadi, que en la noche del jueves Santo, la Iglesia de San Juan Bautista de Farrobo, le despertaba un aroma de barnices, una marea de resinas recién lloradas. Tal vez porque su infancia, como la de tantos niños villeros, estuvo envuelta en estos familiares efluvios. Para el cronista soñador, con la nostalgia de los años, aquellos olores y ruidos de chiquillo, se convirtieron en músicas y aromas: el escalofrío sonoro de las virutas, el redoble caliente del martillo, el rocío perfumado del aserrín.
Un Museo de muebles de artesanía en la Villa de La Orotava, debería explanar la veneración a aquellos inolvidables artesanos, imperecederos carpinteros que ya no están entre nosotros; Adolfo Padrón Hernández, Ángel Martín Trujillo, Domingo Machado Rodríguez, José Hernández Quevedo, Ángel García Martín, Urbano Sosa Hernández, Matías Hernández Pérez, Victoriano Martín Raya, Isaac Quijada Lima, Isaac Valencia Pérez, Isabelino Martín Pérez, Isidro Cruz y su hijo Pedro, Eustaquio García y muchísimos más que me perdonen por omitir su nombre.
Quiero dejar manifiesto que la Villa de La Orotava ha tenido y aun siguen en la brecha muchísimos maestros de sensacional maestría, deseo, que estéis en la encomienda de todos vosotros y en la intimidad de un importante museo de ámbito nacional. Si no me creen que le pregunten a la nobleza y al clero de antaño.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

1 comentario:

  1. No son sillas Vitorieras ,sillas y sillones de estilo Reina Victoria. De Tipo Inglés no de la Victoria de Acentejo.

    ResponderEliminar