El
amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava y compañero de docencia en el
IES La Orotava Manuel González Pérez; ADOLFO PADRÓN PACHECO remitió entonces
(11/05/2018) estas notas y foto que tituló; “MAESTRO IGNACIO, EXTRAORDINARIO
EBANISTA Y CARPINTERO”: “…Quiero reflejar en este escrito la figura
de un artesano que, a sus noventa años, aportó al mundo laboral una enorme
profesionalidad en cuanto a conocimientos y técnicas del mundo de la
ebanistería y la carpintería. También como persona ha sabido transmitir su
afecto a cuantos han querido apreciar su amistad. Me refiero a DOMINGO IGNACIO
BENÍTEZ HERNÁNDEZ. Ebanista y carpintero con una extraordinaria agudeza en el
manejo de las herramientas, en el acabado de muebles y todos los trabajos para
la edificación que pasaron por sus manos. En todo el tiempo que lo tuve como
maestro, junto a mi querido padre, no fue sino un sinfín de conocimientos aportando
a mi formación una gran experiencia. Trabajó en nuestra industria familiar
treinta y un años, mostrando interés y empeño en el quehacer diario del negocio
hasta su jubilación. Emigró a Venezuela, donde vivió durante bastantes años,
teniendo mi padre la suerte de contratarlo cuando regresó a su tierra. Allá
acrecentó la maestría, que ya había adquirido aquí, y que supo transmitir a los
que trabajaron con él. Por el taller pasaron muchos profesionales que con el
tiempo montaron sus empresas, pero “Maestro” Ignacio no quiso seguir los pasos
de sus compañeros de oficio.
Su temperamento no era para enfrentarse al
mundo de los negocios porque ya conocía los pros y contra del mundo
empresarial. Hombre de una gran serenidad y templanza, solventando cualquier eventualidad
que surgiera y que ya yo quisiera para mí. Supo enfrentarse con honestidad, en
los momentos difíciles en que la industria pasó por situaciones de crisis,
defendiendo su puesto de trabajo con valor. Respetaba la puntualidad y si por
circunstancias del trabajo había que dedicar más tiempo de la jornada, ahí
estaba él para “arrimar el hombro”. En todo el tiempo que estuvo en el taller
solo causó baja una vez, recuerdo, y no por enfermedad sino por una necesidad
apremiante como era operarse de cataratas. Guardo muy buenos recuerdos con él,
en el que junto con otro gran compañero y profesional ebanista y carpintero
Tomás Pérez González, disfrutamos momentos inolvidables que compartimos cuando
el oficio quedaba relegado para el siguiente día. Desde aquí quiero transmitir
nuestra más sincera gratitud, junto con la de mis hermanos, a este
extraordinario maestro ebanista y carpintero, por haberlo tenido como
referente, del que su sabia profesionalidad supo calar en mi formación…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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