sábado, 12 de mayo de 2018

MAESTRO IGNACIO, EXTRAORDINARIO EBANISTA Y CARPINTERO


El amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava y compañero de docencia en el IES La Orotava Manuel González Pérez; ADOLFO PADRÓN PACHECO remitió entonces (11/05/2018) estas notas y foto que tituló; “MAESTRO IGNACIO, EXTRAORDINARIO EBANISTA Y CARPINTERO”: “…Quiero reflejar en este escrito la figura de un artesano que, a sus noventa años, aportó al mundo laboral una enorme profesionalidad en cuanto a conocimientos y técnicas del mundo de la ebanistería y la carpintería. También como persona ha sabido transmitir su afecto a cuantos han querido apreciar su amistad. Me refiero a DOMINGO IGNACIO BENÍTEZ HERNÁNDEZ. Ebanista y carpintero con una extraordinaria agudeza en el manejo de las herramientas, en el acabado de muebles y todos los trabajos para la edificación que pasaron por sus manos. En todo el tiempo que lo tuve como maestro, junto a mi querido padre, no fue sino un sinfín de conocimientos aportando a mi formación una gran experiencia. Trabajó en nuestra industria familiar treinta y un años, mostrando interés y empeño en el quehacer diario del negocio hasta su jubilación. Emigró a Venezuela, donde vivió durante bastantes años, teniendo mi padre la suerte de contratarlo cuando regresó a su tierra. Allá acrecentó la maestría, que ya había adquirido aquí, y que supo transmitir a los que trabajaron con él. Por el taller pasaron muchos profesionales que con el tiempo montaron sus empresas, pero “Maestro” Ignacio no quiso seguir los pasos de sus compañeros de oficio.
Su temperamento no era para enfrentarse al mundo de los negocios porque ya conocía los pros y contra del mundo empresarial. Hombre de una gran serenidad y templanza, solventando cualquier eventualidad que surgiera y que ya yo quisiera para mí. Supo enfrentarse con honestidad, en los momentos difíciles en que la industria pasó por situaciones de crisis, defendiendo su puesto de trabajo con valor. Respetaba la puntualidad y si por circunstancias del trabajo había que dedicar más tiempo de la jornada, ahí estaba él para “arrimar el hombro”. En todo el tiempo que estuvo en el taller solo causó baja una vez, recuerdo, y no por enfermedad sino por una necesidad apremiante como era operarse de cataratas. Guardo muy buenos recuerdos con él, en el que junto con otro gran compañero y profesional ebanista y carpintero Tomás Pérez González, disfrutamos momentos inolvidables que compartimos cuando el oficio quedaba relegado para el siguiente día. Desde aquí quiero transmitir nuestra más sincera gratitud, junto con la de mis hermanos, a este extraordinario maestro ebanista y carpintero, por haberlo tenido como referente, del que su sabia profesionalidad supo calar en mi formación…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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